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miércoles, 20 de abril de 2011

Otras puertas

Era un tipo excepcional el tío Martín. Era su dicha una joya puesta en el umbral de la verdad. El tío creía que la verdad era una puerta que se abría y se cerraba gracias al poder de la mirada y el tacto. Aunque su dicha estaba casi siempre a punto de escurrirse por las aguas blancas que hacían los niños con sus juegos, el tío no lloraba por esto, por el contrario, temblaba con la risa toda que se le hacía de pronto, y de aquí surgía también el hecho de reconocer que esos mismos niños se encontrarían ante otras puertas mejores que las que habían abierto las manos suyas, esas manos ahora temblorosas por tantos años de dicha.

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