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lunes, 27 de noviembre de 2023

Una misma frase

 



“La historia entre tus dedos”, fue una frase que escuché frente a mí, en el bus donde viajaba.

“La historia entre tus dedos”, había dicho la muchacha a su acompañante, un hombre un poco mayor que ella. Dijo la frase más de una vez, y el hombre, en cada ocasión, había hecho el mismo gesto: bajar un poco la cabeza para mirar sus manos, y entonces quedar en esa posición por casi seis segundos, observando lo que sólo él podía observar, y finalmente, en todas esas veces, había levantado la cabeza para mirar a la muchacha, y la muchacha le había sonreído, y él no había pronunciado ni una sola palabra.

La miraba como si estuviera mirando por una ventana de vidrios sucios; entrecerrando los ojos y queriendo enfocar lo que allá afuera parecía lleno de escombros.

          “La historia entre tus dedos”, cuando pronunció la muchacha la frase por cuarta ocasión, a mí me pareció ver la sangre entre los dedos del muchacho. No era sangre que hiciera pensar en una herida, sino en sangre menstrual. Por alguna razón imposible de decir, en el momento en que la muchacha dijo: “La historia entre tus dedos”, penetró en mí el intenso olor de sangre guardada por días y noches en los rincones más profundos de la carne. Olía como a yerbas enlodadas, a limones viejos, a sudor y a telas húmedas; era una mezcla de sustancias que sólo Grenouille habría podido distinguir sin equivocarse.

          La muchacha cambió de tema, y su acompañante dejó de inclinar la cabeza para observar sus manos. El intenso olor a sangre menstrual también desapareció, y yo tuve que levantarme de mi asiento para bajar en la siguiente parada.

          Al llegar a casa, “la historia entre tus dedos” seguía sonando en mi cabeza con la misma voz de la muchacha, y yo también sentí una poderosa necesidad de bajar la cabeza para mirar mis manos. Y entonces vi lo que sólo yo podía ver y que no era posible comunicar a nadie; entonces comprendí por qué el muchacho no podía decir nada, por qué solo era posible mirar a través de una ventana de vidrios sucios.





sábado, 25 de noviembre de 2023

Del yo como zona sagrada

 






El Yo es una zona sagrada. Es una presencia que se resiste a ser imaginada y que huye de las responsabilidades concretas de la vida. 

El Yo que padezco es una vibración que estalla y que logra hundirme en los abismos del pensamiento. Es aquí, en estos abismos, donde se origina la zona sagrada. Es en estos abismos donde el Yo se fusiona con lo inimaginable, con lo impensable, con lo intangible y con todo lo desconocido que hay dentro de mí.

Pero para hablar de mí, primero tendría que encontrar la máscara conveniente. Sin embargo, en este instante prefiero no buscar ni encontrar la máscara del personaje en que me vería actuando. 

Es preferible que este instante sea la inasible presencia que me desborda energéticamente.





 


lunes, 13 de noviembre de 2023

Como en un sueño





Se fue el tren. Entre las vías, una lagartija quedó temblando. 

Eran poco más de las doce; el sol era un aliento polvoso que se untaba, tibio, en la cara y en los brazos.


No llegó a quien había estado esperando. No llegó o, quizás, nunca tuvo la intención de venir en el tren de las 8:30.  

En la estación, las voces se mezclaban con el paseo de las sombras, y el fuerte olor a perfumes y a telas que se alejaban, hacían que la ausencia fuera un remolino. 


El sol, el polvoso sol, acabó sofocándolo hasta las náuseas.


 



viernes, 10 de noviembre de 2023

La muerte ante tus labios

 


¿cómo sabes que,

lo que sabes,

vale la pena saberlo?

 

hoy es un mar y tú

estás en la grieta que hacen

el horizonte de agua

y el cielo

 

no hay más que aire

frotando tus ojos

y no hay tierra a la vista

 

estás sobre un abismo

colmado de misterios y tú

estás colmado de terrores


estás con los pies ateridos

entre fauces de tiburones 

y otras hambres

 

la pregunta regresa 

y te golpea en la cara:

“¿qué sé que pueda salvarme en este momento?”

 

sabes que la muerte está 

a unos minutos de tus labios.

sabes que no habrá nadie 

que llore tu muerte

sabes que estás vivo y que vas a morir 

en menos de un instante

lo sabes bien, y es lo único 

que sabes que vale la pena saber





miércoles, 8 de noviembre de 2023

Naturaleza muerta

 



está ella en todas partes

con otros nombres


parece la misma

y es también otra


es otra en el fantasma de otra imagen 

distinta en cada una  


son otros los colores 

que resaltan las formas de su cuerpo 


exuberante cuerpo para ser desnudado 

con la mirada del deseo


casi siempre con la misma sonrisa

a veces detenida en el marco de una puerta 

de cristal 


no ha de faltar el mar al fondo

ni los cabellos de ella 

cubriendo la desnudez de sus pechos


¿para quién sonríe? 

quizá para nadie 


sonríe porque de eso se trata el instante

de hacer el mismo gesto en cada imagen  


belleza de una inteligencia artificial

belleza de un cuerpo trucado

deseo 

en una naturaleza muerta







No había espacio

quería sonar como a eco de palabras sueltas como a sensaciones que se intensifican y  desaparecen  en el infinito tiempo no había espacio ni...