El Yo es una
zona sagrada. Es una presencia que se resiste a ser imaginada y que huye de las
responsabilidades concretas de la vida.
El
Yo que padezco es una vibración que estalla y que logra hundirme en los abismos
del pensamiento. Es aquí, en estos abismos, donde se origina la zona sagrada.
Es en estos abismos donde el Yo se fusiona con lo inimaginable, con lo
impensable, con lo intangible y con todo lo desconocido que hay dentro de mí.
Pero
para hablar de mí, primero tendría que encontrar la máscara conveniente. Sin
embargo, en este instante prefiero no buscar ni encontrar la máscara del
personaje en que me vería actuando.
Es preferible que este instante sea la inasible presencia que me desborda energéticamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por asomarte a este blog de instantes