Las
cosas suceden; a veces, de una manera descontrolada. Ayer mi pensamiento era
una máquina descontrolada, impulsada por fuerzas extrañas. Una fuerza extraña como
ésta que dice:
Las tijeras son como un pájaro que ha
estado tramando durante mucho tiempo en el tocador, cual encaramado en la punta
de una magnolia. Diseñan sus propios movimientos y posturas, que luego se
instalan en mi cerebro y toman prestada mi mano para cumplir sus objetivos. (Chena
Ran: Vida privada.)
Poderosas fuerzas como la que acabo de citar son las que algunas noches y algunos días me traen destrampado por muchas horas.
Quise ponerle ayer una trampa al pensamiento
bebiendo tres botellas de tinto fresco, creyendo que así podía restarle fuerza
al poder de las palabras de la narradora de Vida
privada. Lo que me ocurrió fue algo completamente inesperado.
Se me perdió la mente en una mancha oscura, densa como la madrugada.