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viernes, 28 de abril de 2017

en la garganta







Había hecho la pregunta equivocada. Hacia ese espacio ocupado por sus dudas, no había tiempo para confirmar nada. Permanecerían las incertidumbres y los dolores de cabeza.

Dejó pasar un tiempo a ver si así podía borrarse la zozobra. Si había sido efectivo el plazo conformado por la voluntad, lo que seguiría no se aproximaría a la sensación de padecer el cuerpo separado en líneas verticales.

No pasaron ni dos días cuando el cuerpo se le fue mostrando abierto a las puertas de la muerte. Era como si lo hubieran colgado en lo más alto de un muro de prisión, exactamente amarrado a las cuerdas de seguridad.

Electrificado ( ( ( nervioso ) ) ) , sin palabras en la lengua y con la carne hecha un nudo en la zona del estómago, entraría a esa dimensión de la negrura espesa. Para ese entonces, nada iba a mantenerse firme entre los dedos. La sed y el hambre dejarían de ser las exigencias reales del placer y la necesidad; acabarían convirtiéndose, inevitablemente, en poderosos fantasmas que deambularían a la altura de las sombras: donde los ojos se perderían, empujados por la angustia.


Silencio. 

Sensación de cortes pausados en la piel. 

Helor en los huesos. La mente colmada 

de animales muertos. 

Silencio. 

Silencio. 

Agitación y una piedra 

en la garganta.



viernes, 14 de abril de 2017

hipótesis



el viejo freud hizo del sexo

un pretexto de terapia

¿se logró de veras?

oyendo tantos boleros

no estaría seguro de esa historia puerca





jueves, 13 de abril de 2017

si len cio





un instante

silencio y algo de viento

en un instante ni media frase

apenas rumor recortado

presentimiento de que todo está por desaparecer

en un instante

instantáneo temblor de agua

  en el vaso

una casa un jardín

una ventana

un vidrio separado por las grietas

un ojo 

una mirada

unos labios sin palabras 


sueño sin besos

en un instante

uno ( ( ( ( fugaz

y todo el mundo 

del otro lado

en un instante

uno ( ( ( ( escindido

bostezo

una lágrima

si  len  cio



sábado, 1 de abril de 2017

Materia reventada






No era más cierto ni más seguro, ni más claro, hablar de yo que de tú. Tanto yo como tú, sólo 
habíamos sido parte del cúmulo de sombras arrinconadas y que había que sacar a la luz; que había que 
hacerlas vivir al ritmo de horas en nocturnal memoria, haciéndolas meter en el cuerpo esas cuestiones que durante el día eran casi imposible tratarlas con el tono ni con la sutileza de los pianísimos. ¿Cómo hablarnos preguntando y dudando sin padecer las estruendosas irrupciones de la poderosa realidad moderna?

Entre nosotros sólo había materia reventada por tantas formas y colores multimedia. La sombra de 
nosotros se hacía apenas con la realidad de algo que se anunciaba mediante matices y bajo otras formas. Casi en los páramos de lo salvaje estaba el recurso que nos ayudaría a reconocernos. Y por algo que ni ellos (ni yo ni tú) imaginaban en el momento en que estaba ocurriendo esta explosión de formas y colores. Ya se ve con esto cómo los ángulos desaparecerían del cuerpo ensombrecido. En su lugar, más que ver, se insinuaría la sensación de escuchar la inasible suavidad de ese pianísimo. Magnífico momento en que el tacto y el oído se volverían, una vez más, como gotas de un mismo cuerpo iluminado en ausencia de todos ellos, tan desconocidos como nosotros mismos. Pero sin dios, y sin diablo.



No había espacio

quería sonar como a eco de palabras sueltas como a sensaciones que se intensifican y  desaparecen  en el infinito tiempo no había espacio ni...