Hoy no
quiero escribir sobre síntomas ni efectos. Hoy tengo entre los dedos algunas
hebras que apestan a pudrición.
Se ha
podrido el cuerpo de los placeres.
El conocimiento
es un infierno al que pocos se atreven a entrar.
La mayoría
quiere cielo y estrellas de información para hacer viaje o comprar sueños.
El silencio
ha reventado en las bocas de ciudades atormentadas por el virus del odio y el
rencor.
El vacío
se ha llenado de ambiciosas personas con mierda en el cerebro.
En la
esquina de mi calle hay un cadáver que ha dejado de existir para la televisión
y la radio.
A los
influencers les asusta la muerte y les apasiona el poder y la fama.
Hoy no
quiero encender la computadora. Hoy he decidido dejar de bañarme por varias
semanas.
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