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domingo, 27 de octubre de 2013

Moradas




((((((Nunca está de más decirlo:
el trabajo fotográfico es de Eduardo Arrona,
y de lo otro, sí que está de más informarlo.










¿A dónde ver

y soltar las ganas

de romperse

en pedacitos?



¿Hacia cuál lugar

dirigir el paso

y establecer

un diálogo

de verdades rotas?



¿Cómo ir en paz/

sin miedo/

mirando el espejo

de los minutos en futuro?






Uno se quita la cara

Y la guarda

Como se guarda uno mismo

En el silencio de la tarde.

Uno deja salir el humo

Y se evade /

Junto con él /

La triste calma de domingo










Un misterio de isla

((( marecito de luz y sombra.

Un cosmos rodeando la estrella negra.

Un instante solo

((( gato al infinito que asoma negro.

Un umbral y toda la luz afuera /

((( cielo azul estilando  

detrás de una puerta.



viernes, 25 de octubre de 2013

Última noche





Era su sueño:
Morir despierta.
Y lo consiguió.
Nunca más volvió a soñar.

Lesguievo Znahda



Se podía pasar las horas escuchando música. De hecho, fueron años, muchos años, los que vivió con gran cantidad de horas acumuladas escuchando música. Pero un día, después de haber tenido algunos sueños que se le habían quedado hundidos en la piel, se le desprendió la pasión de escuchar todas las noches, durante no menos de dos horas, las obras de diferentes autores y de diferentes épocas. Era como si se hubiera empachado con tantos estilos aprecidados en tantos años.   

            -¿Qué te ocurre? –interrogó Nicolás-: ¿Por qué es que has dejado de escuchar música?

            Mariana dudó que fuera cierto y sincero el interés de Nicolás por lo que se le había hecho en el alma. Pero viendo que él se había quedado mirándola directamente a los ojos, tan sólo dijo:

            -He sentido la presencia de la noche, absolutamente distinta a todas las otras noches. –Y no explicó más.

            Nicolás fue a la cocina a preparar el acostumbrado café con leche, después de lo cual iría bebiéndolo mientras se distraía con series policiacas en la televisión. Todo esto habría sucedido normalmente si Mariana hubiera seguido fiel a sus noches de música y ensoñaciones. Pero esa noche, como las últimas cuatro o cinco noches, Mariana se había quedado sentada en el individual que había esquinado a pocos pasos de donde se hallaba un cristalero con platones y otros souvenires que no vale la pena describir.

            -Me preocupas, Mariana –habló Nicolás con la taza frente a la cara-. No puedo creer que de la noche a la mañana hayas dejado un hábito de tantos años. Es como si todo ese gusto o pasión por la música nunca hubiera estado en verdad adentro de ti. Me resulta increíble.

            Mariana paseó los dedos de ambas manos por los cabellos revueltos, casi blancos, como un gesto de amarga desesperación, y dijo:

            -Es cuestión de que no mires adonde estoy. Es mejor que no pienses en mí.

            En el televisor sonaba la música de los comerciales, y en las paredes la danza de las sombras se hacía al ritmo de las imágenes que se proyectaban en la pantalla. En el fondo de toda esa danza, Mariana mantenía la postura inclinada hacia adelante, abismada en los colores que se pintaban momentáneamente sobre el inmóvil piso de mosaicos. Cada vez que Nicolás llevaba la taza a los labios, cada veinte o treinta segundos, miraba a su esposa y tragaba el trago de café, cada vez más frío, sin saber qué hacer para rescatar a Mariana de ese pozo negro en que la imaginaba cayendo minuto a minuto.


No hay más música
que el silencio pintado
de sombras y rasguños
en el agua.
No hay más vida
que la noche infinita
de rumores y caricias
en la espalda.
Y todo esto para olvidarlo
en un instante
de vida y de muerte.

viernes, 18 de octubre de 2013

Y:::::::::::::






He aquí mis piernas rotas

Tiradas en el día a día

Y la mirada llena

De mapas y de argentino polvo



By Eduardo Arrona



Polvo / polvo / polvo

         O también líquido

                   Transparente

Como tiempo en las venas

Y las sombras que se reflejan

                                 negras

Y el después que se estila

Casi lodo por los agujeros y las grietas


Las grietas en la piel

Como heridas botas 

Bajo este sol que limpia y quema

Como sangre evaporándose

Como sangre

Como polvo

Como sombras que se reflejan

                            negras / negras


Y::::::::::::::::::::::::::
:::::::::::::::::::::::::::::ni una piedra.

viernes, 11 de octubre de 2013

A tientas

1

Tal vez así fue tu pesadilla, Munch:




Por otra parte, en el cuerpo de las horas se oye algo como un 

resuello, o como un gemido.

Es casi el grito mudo que pintaste. 

Supongo.

Otros dirían otra cosa, que podría ser -viéndolo y palpándolo con la 

mirada- la mueca última del ser que desapareció por la voluntad de 

un asesino.


Pero para quien no ve ni oye nada 

sobre esto de lo que se ha estado hablando 

en este instante, 

apenas si se preocupa de saber más que la oruga 

con quien había charlado Alicia en otra historia.


2

Otro que no es Munch,

al poco tiempo se detiene a observar lo que yace a sus pies.




¿Qué mira?

¿Qué dice que palpan sus ojos?


Como a la una y cuarto de la madrugada, yendo a pie por la calle 

principal de esta villa maicera, encontré al diablo metido en una 

lata de cerveza. Siendo yo tan tímido y cobarde, se me hizo fácil 

patear lo que yo creí  sería un colchón tirado. Pero luego, tan

luego como todos los luegos que desatan tempestades, escapó un

escalofriante grito que me desbarató la calma y todo lo que iba 

de callado en mí existencia.


Lo que siguió ya no supe si fue por obra de la cerveza o por obra 

del desmadejamiento en que mis ojos cayeron: 


El colchón se había convertido en algo absolutamente 

indescriptible. 

En pocas palabras, lo que vi me llenó de terror. 


Y entonces corrí, corrí con toda la fuerza de mi miedo.



3




En un lugar de la noche se habló de apariciones, de asesinos sin 

alma y de un diablo cervecero. Después ya no se habló más. Se 

llenó de silencio el cuerpo de las horas. Y una mano, muy diferente 

de las manos que veo cuando acomodo los libros que Nicanor tira 

con su pata juguetona, se hizo presente:::::::::::::::: 


Era la mano de una pesadilla 

envuelta en sábanas.





(((Para evitar confusiones, debo aclarar que las imágenes fotográficas

que acompañan y dan vida a esta micronovela, 

pertenecen al talento de Eduardo Arrona)))

viernes, 4 de octubre de 2013

En esta hora







By Luka Hugues



Rara vez hablo
de Mí.
Es tan huidizo,
tan lleno de olvidos y
tan pegado a los suelos del bajo pensamiento.

Me parece que sería más limpio hablar de Nueva York,
o de la Coca Cola que puso helado el paladar
y se llevó toda la espuma espesa
de horas llenas
de horas quemadas con hielo
y no especifico más.

Sobre todo cuando se ha escuchado
por primera vez el mundo de Anne Gillis / Laurie Spiegel AND otro-as más,
podría ser tan arriesgado comentar
de las cosas sentibles en Mí /
tentables en Mí / incorporables en Mí.

Pero he querido hacerlo ahora,
en esta hora de escalofríos que punzan hasta lo indefinido.
He querido ir cortando los pedacitos de un poema
que escribió cuando tenía ochenta años.
Una época en que los días raspaban la garganta y el pecho.
Y que decía:
) ) ) ) ) )
¡
?
________________

Algo más o menos así
De ser cierto, parecería una locura no admitirlo.
&
/

U

No había espacio

quería sonar como a eco de palabras sueltas como a sensaciones que se intensifican y  desaparecen  en el infinito tiempo no había espacio ni...