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jueves, 31 de diciembre de 2015

Contrapuntos




Afuera el ruido alegre de los colores y sus formas apresuradas.
Y acá en el interior de la casa:
Los comensales rompían la quietud de los cuerpos con risas, en la mesa,
Con golpes de vidrio, en las pupilas, con raspones en la porcelana de los platos,
Con voces que saludaban a todos con la copa en alto.

No muy lejos de acá, a un perro lo tenían adornado con cuerdas
Saturado  de fuegos pirotécnicos.
Precisamente allá, en medio de la calle y de sus formas apresuradas
Con la luna más redonda que nunca:
Un muchacho le había puesto fuego a las cuerdas que adornaban al perro.
Y el perro comenzó a llenarse de fuegos pirotécnicos
Y de explosiones en todo el cuerpo.

En otra parte de la ciudad
Adentro, muy adentro del cuerpo del vagabundo que dormía
Sobre la banca  de esa plaza desolada, fría y con la luna enorme en todo lo alto,
Allí el silencio estaba colmado de misterios, hasta de sueños y de pesadillas.

Imposible que al vagabundo lo despertaran los ladridos del perro que saltaba
Entre tantas explosiones y tantas luces y tanta celebración de los muchachos
Que gritaban de ver todo el dolor que le habían provocado a ese perro callejero.
Imposible que el vagabundo despertara ante la agonía

Del perro callejero que acabó tirado, chamuscado, muerto en la madrugada.



sábado, 19 de diciembre de 2015

Tirado en el lodo





Estabas tirado en el lodo

Con la mirada extraviada en las estrellas.

Sofocado en el hueco,

El temblor de tu cuerpo buscaba

Demoler la fiesta de los insultos.

Ni una palabra brotaba de tus labios,

Sólo había sangre en el océano de la noche,


Sólo había frío, y silencio, y muerte a tu lado.



martes, 15 de diciembre de 2015

Palabras tristes





 


Humedecían las palabras

Humedecían

Eran como lágrimas

Eran tristes las palabras

Tristes

Qué tristes cayeron

Como lágrimas

Como tristes lágrimas




martes, 8 de diciembre de 2015

Disoluciones






Es escribir sobre uno mismo,

Pero como si fuera en otro.

Es preguntarle a dios

((( si crees que existe )))

Qué pasó 

Qué sueños tuvo 

Esa noche después del séptimo día.

Es dejarse llevar lejos, muy lejos,

Sabiendo que el regreso jamás sucederá.

Es esconderse en la sombra de los vidrios

Rotos como esos cuadernos 

De angustia adolescente.

Es dormir con la sensación de hundirte en el cosmos

De disolverte en un brillo de luciérnaga

Y de no saber más la hora en que desaparecerás

Entre tantos sueños 

y cuadernos 

y vidrios rotos.





viernes, 4 de diciembre de 2015

Y / O







De nuevo el desierto
y el fantasma del cuerpo
arrastrado sobre montículos y
escorpiones atravesando el instante.

De nuevo el cielo
y la noche del pensamiento
limpiando estrellas en la madrugada.

De nuevo el cuervo
y los ojos abiertos entre horizontes
robando el sueño de una tarde
robando la hora de no acabar nunca.

No más ayer ni mañana
todo se hará siempre y
nunca más otra vez
nunca más otra vez el instante
nunca más de ver que apareciste.

De nuevo el desierto
y el fantasma del cuerpo
arrastrado sobre montículos y
escorpiones atravesando el instante.

De nuevo eso que parecía nunca
De nuevo y ya no estar otra vez
Para qué otra vez eso que
se ha ido para siempre.

Nunca más otra vez
nunca más otra vez el instante
nunca más otra vez el ver todo eso y
nada
nada
nada.




domingo, 22 de noviembre de 2015

Cavilaciones






El olor de la madera, enjuagada con años de cerveza y vino tinto, ya sólo era un susurro de otras tardes en tu memoria. La atmósfera de vidrios ahumados, de música que flotaba entre los muros de fibra y tabla-roca, estaba ahora en los estruendos de las risas y de los cabellos multicolores, con minúsculas fluorescencias lunareando los cubos de bocinas esquinadas, donde había videos musicales y otros temas que a nadie le importaba. Ya no cabías en ese lugar en que estaba prohibido fumar. Ya tus ojos no estaban para quedarse anclados entre los vacíos de la entretención corpórea. Ni el DJ que jugaba en los recuadros de pasajero silencio, ni él parecía contento. Estaba claro que la actuación histriónica poseía otros códigos, y tú no estabas ya para averiguarlo. Descolgaste el chaquetón que había estado en el respaldo del banco alto de varillas tubulares, te lo echaste en un brazo y saliste con el sigilo de quien se ha equivocado de salón. Pero antes de escapar definitivamente, una mano apretó tu hombro y te obligó a detener el paso. Te entregó una nota y en ella leíste: cerveza oscura - 50 pesos / la propina no está incluída.

            Afuera la noche estaba fresca. Caminaste hasta la avenida, encerraste medio cuerpo en el chaquetón y te fuiste cavilando en las cosas que habían ido despareciendo de tu vida; mientras tanto, en tu cabeza no había dejado de sonar esa música de otras noches.




lunes, 16 de noviembre de 2015

Entre muros







Había pensado en alguien, o en algo tan grande e ilimitado como un abstracto. Había pensado que sería puntual, entero y fuerte para no perderse en rutas absolutas y con fines indudables.

Ya no sé si me interesa comunicarlo. Está todo tan lleno de gritos y de explosiones, tan surtido de odios feroces. Ya no sé ni estoy seguro si ese alguien en quien he pensado existe o ha dejado de existir. Hace tanto tiempo que nació en mí la idea de pensarlo, pero ahora no, ya no podría pensar lo mismo.

Algo así podría suceder con mi aliento y con mis sueños. Estaré callado y despierto, sin pedir ni decir buenas noches a nadie. Estaré como un sonámbulo hasta más no aguantar la luz de los días. Me pregunto si podré caminar en las noches sin riesgo a caer destrozado por las granadas de todos ellos, de quienes se dice que son crueles y despiadados.


Me calma saber que están ahí las paredes, tan tranquilas para recibir las palabras que me angustia saberlas allá, abandonadas en los calabozos de otras bocas. Trataré de alcanzar la calma de estos muros que me aguardan, ya después pensaré en alguien o en algo más grande que todo esto que me apachurra el pecho y la garganta.


miércoles, 4 de noviembre de 2015

En otra parte







En otra parte, con otro nombre y la duda de saber (y hasta de sentir) si había existido en el mismo cuerpo.
La montaña estaba allí para no desmentir el peso de las horas:
Una estructura enorme de metales negros
Un cielo del que caían pedazos de tela / sucios pedazos de tela oscura
Y el sentimiento … el sentimiento… de no saber nada sobre todo eso.

En otra parte, con otro nombre y la duda de saber (y hasta de sentir) si había estado encima de ese pedazo de sombra.
Las nubes estaban allá para no ignorar el peso de la distancia
En los labios un lamento de larva y polvo amargo.
Una línea en el piso de ásperas calles
¿Era ya noviembre del año 2016?
Un saludo a lo lejos de aquella otra ventana
En que nos asomamos en silencio
Y el corazón… el corazón… el corazón de no estar contentos.

En otra parte con otro nombre y la duda de estar
Despierto en el mismo cuerpo que había tirado en la noche.
¿Qué dices tú qué sigue?
¿Qué dices tú qué sigue?
¿Qué dices tú?

¿Qué sigue?


sábado, 24 de octubre de 2015

Macabro juego






El juego sin juego estaba dado. Una ilusión: creer que había otro lugar para desplazarse. Libertad era la consiga que se había inyectado en el cuerpo de la historia. Falso. Incierto era todo.

En los televisores de miles de casas  -tal vez hasta de millones, se podía pensar; la imagen del fenómeno estaba logrando los efectos esperados. En las mentes de todas esas familias estaba el helado ritmo de la amenazante realidad. El terror era la gran inyección puesta en los pensamientos de quienes estaban allí, atrapados por la palabra y la imagen. Lo interesante era que los animales, tan perceptivos de los inminentes desastres naturales, no mostraban la más mínima alteración en su conducta. Estaban pasando las horas en jardines o en cielos contaminados, en copas de árboles cobrizas, del modo más natural a su estilo de vida. Era como si en ellos el peligro fuera inexistente. No así entre los humanos, que estaban dispuestos a aceptar y a conducirse según los dictados de las poderosas palabras emitidas como cantilenas por los heraldos de los Mass Media internacionales y nacionales.

Era otro el juego. Macabro juego. Las cortinas apestaban a muerte. Las sillas amenazaban con derrumbarse. Las camas era pozos llenos de tristeza. El tiempo estaba poseído por las mentes de unos monstruos que ignoraban la existencia de millones de niños. Ni las mariposas negras volaban en derredor de los ventanales: iluminados por las pantallas de computadoras, teléfonos inteligentes y televisores. Televisores. Todo el día y toda la noche las ventanas iluminadas.

Nunca más el silencio ni la música de la vida.

Nunca más la danza de los seres vivos.

Habíamos entrado a la época de los zombies.



sábado, 10 de octubre de 2015

Otra vez el doble






Aquella tarde Mario me aseguró que, un día antes, había jugado conmigo y con Felipe a las canicas. Yo le dije que no, que era imposible porque yo había estado durmiendo toda la tarde en mi cuarto; enfermo de cansancio.

Esto sucedió hace mucho años. Éramos niños y nada sabíamos de los dobles ni de los desprendimientos astrales.  Oníricos.

En alguno de los libros de Carlos Castaneda leería después sobre el soñador soñado, particularmente sobre Don Genaro. Recuerdo lo impresionante que le pareció a Carlos, el aprendiz de brujo, conocer todas esas historias sobre la realidad del doble. Realidad en la que el soñar dirigido era fundamental para comprender por experiencia la significación de esa misteriosa realidad del desprendimiento físico y mental del soñante, para reproducirse en otro, el soñado actuante.

La otra semana me llegó un email de una amiga a la que tengo algunos años sin ver, donde comenta sobre todo aquello que estuvimos conversando el otro día (da fecha y hora) en un cafetín de nombre impronunciable, y en una ciudad desconocida para mí.

Ha sido este correo el que me llevó a recordar al amigo de marras, quien vio a mi doble sin saber nada sobre esta teoría –o superstición, según lo afirman los más racionales del planeta.


Tal vez esta noche concentre mi voluntad para ir al lugar donde estará mi cuerpo durmiendo, y yo de pie, mirando todas esas escenas que pondrán en riesgo la existencia de mi doble. Decirlo así, podrá sonar como un mero juego de palabras; lo cierto es que resulta insólito todo esto, pues se trata de una sensación que proviene de lo más hondo del cuerpo, una como vibración de huesos que avisa sobre la cercanía del doble, y que acaba disolviéndose en las paredes internas del diafragma, hasta dejar un boquete grande que hace imposible pensar en nada.




sábado, 3 de octubre de 2015

¿Para qué?






Sería mejor que no fueras
que no aceptaras la existencia del lago y su cielo en plena tarde.

Sería preferible que escondieras
en los labios el deseo de hundirte en la noche
y callar –aunque en realidad parecerá todo lo contrario.

Cerrarás puertas y ventanas
y los oídos, cubiertos con el desvelamiento a toda piel.

Ya expulsado por las voces de todos ellos,
asistirás cabizbajo a dar el pésame a tus manos.

Murmurarás con voz de sonámbulo
el regusto de haber caído sobre túmulos de piedras.

De cadáveres como días en tu espalda.

Un rosario de sueños o de pesadillas,
un ojo enorme abierto hasta de noche,
un cansancio que punzará ensangrentándote la sombra,
un sacar la lengua y dejarla yerta, olvidada hasta su muerte.

Sería mejor que no fueras
que no encontraras esos pliegues
en que descubrirías a quien pudo llegar a ser.

De saberlo ellos, te romperían las piernas y las manos.

¿Para qué?

Serías el último en saberlo.

El último en dejarlo caer para tu olvido.



sábado, 26 de septiembre de 2015

Palabras en la verja






Colgó en la verja un cartoncillo, en el que decía: el terror se ha apoderado de esta casa.

Otro día, el cartoncillo desapareció, y en su lugar dejaron un par de calcetines enrojecidos por la sangre aún sin secar.

            A medianoche descolgó los calcetines y les prendió fuego con los periódicos de varias semanas. Mientras fumaba el cigarrillo y bebía el té helado de mandarina, pensó en el cartoncillo que colgaría en los próximos días, y en lo que anunciaría.

            Así estaba, meditando con el sabor de la mandarina en los labios, cuando se detuvo una camioneta de la que descendieron tres policías. Le preguntaron por el mal olor que escapaba del fuego, ya débil como los murciélagos viejos que acaban muertos en el vuelo. 

           Les mintió sobre el contenido que hacía combustión.

            -Huele a cadáver –dijo uno de ellos.

            -Sí –afirmó el otro policía.

            El tercero nada dijo, sólo se quedó mirando al personaje, como esperando que aclarara o que desmintiera a lo que habían dicho sus compañeros.

            -Está bien –dijo el personaje, tras beber un trago al té de mandarina-. He cazado una rata y he querido convertirla en cenizas.

            Después de escuchar esto, el jefe de los policías les dijo a sus subordinados que subieran a la camioneta, que tenían cosas más importantes que estar hablando con un chalado.


            El personaje no se sintió vulnerado por tales palabras. Sacó otro cigarrillo y lo encendió, y acabó de fumarlo con el gusto de haber conseguido las palabras que escribiría en el cartoncillo de ese fin de semana.




viernes, 18 de septiembre de 2015

Sin nada






Soliloquio arroyo
Contaminado de violentas noticias
Romperse un lecho
Sobre piedras
Abiertas bajo soles
Negros como cráneos enlamados
Sin su sangre
Sin su origen de sueños
Sin nada.



viernes, 4 de septiembre de 2015

? ? ? ? O O O . . .





Inútil será ponerlo en oficio
(un decreto para qué)
Un papel, un breve texto
Serán suficientes.
De ocurrir lo contrario,
El oficio no borrará
Todos aquellos hechos
Que se fueron guardando
En la mirada azorada como para no creerlo.


Serán ya polvo los que salieron con miedo
A refugiarse donde no encontraron
Más que indiferencia y odio.


Sólo un pedazo de papel
Un breve texto y a olvidarse
Por un instante lo que parecía estar tan cercano

Y tan hermoso como para no creerlo.


lunes, 24 de agosto de 2015

Ante la ventana







Te  cle  o
Varios dedos
Intensidades distintas
Te  cle  o
Una palabra
Otra palabra y
Si  len  cio
Varias manos
En la tarde asombrada
Cayendo en las notas
De un reloj y un piano
Ante la ventana.


sábado, 15 de agosto de 2015

Enigma








Me veo los pies desnudos
Tallándose en lo obscuro de sus días
Pregunto:
¿Se irán conmigo a la eterna noche?
Los veo y recuerdo esos días,
Esas tardes que iba con ellos.
Sobre de ellos la pregunta y un cuerpo
El enigma de no estar como en aquellas horas
Temblando de ansiedad y de minutos de por medio

De llegar adonde nunca estaría.



viernes, 7 de agosto de 2015

Ramillete de fantasmas








Al otro lado la voz, como un ramillete de fantasmas en los centros rotos del cristal.
Al otro lado la forma enrarecida: una ventana rodeada de hilos de plata, un color polvoso
Una sombra deshecha por las horas de no llegar a ser lo que esperaba.
Pregunta de arañas temblorosas, agitadas por la luz que las despertaba de su ensueño.
Al momento vino la respuesta sin palabras.
Era corazón lento, engrandecido por el mal de estar ahíto de abrirse siempre, siempre.
Al otro lado la voz, la respuesta sin palabras
Y el corazón aprisionado por fantasmas.




No había espacio

quería sonar como a eco de palabras sueltas como a sensaciones que se intensifican y  desaparecen  en el infinito tiempo no había espacio ni...