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miércoles, 27 de abril de 2011

Del té sin lluvia

Ante la mesa el gusto de beber y mirar sin espejos hizo juego con otra historia. Del trago de té llegó la imagen del patio japonés en que había algunas hojas y sutiles grietas en el pavimento. Así surgió esa otra historia que había en alguna parte de tus días pasados. Dejaste la pequeña taza en el platito azulado. Al recoger el brazo oíste la voz del viejo que decía al muchacho sobre el talento para hacer de lo natural un paisaje primoroso. Dijo el viejo: "No debes quitar más que el polvo necesario a las cosas que guardas. Si dejas las cosas sin pizca de polvo, es como negarle al tiempo su presencia". A la orilla de la mesa estaba la punta de una servilleta temblando como la rama en que había tiritado el pajarito aquél, antes de su muerte. El muchacho iba a retirarse cuando el viejo lo retuvo, diciendo: "Así como las hojas que están aquí sobre el pavimento, no debes barrerlas, mejor es que sea el viento el que las ponga en su lugar. ¿Entiendes lo que te estoy diciendo?" El muchacho asintió y se retiró con la cara mirando las puntas de sus pies que marcharon sin premura, a la luz de una mañana clara. De la punta de la servilleta se desprendió un olor a cerezas. Lo raro era que no había cerezas. Diste otro trago al té. Afuera el día estaba nublado. Posiblemente llovería. Cuánto tiempo sin llover. Dejaste la taza con ganas de golpear la cara en un charco de agua. Abandonaste la mesa y fuiste al lugar de los olvidos. Allá permaneciste algún tiempo, parado y mirando hacia el cielo desde atrás de los empolvados vidrios de la ventana. Querías presenciar el primer relámpago. No ocurrió tal cosa. El viento se había llevado las nubes. La necesidad de golpearte la cara se te volvió impostergable.

1 comentario:

  1. Siempre que te leo, en esta o aquella línea, se me escapa algo más que una sonrisa, pero menos que una risa. Tienes un humor singular: oler cerezas sin haberlas; desear estrellar el rostro en un charco. Tu tono no es tierno porque tiene algo de irónico, pero no es irónico porque tiene algo de tierno. Singular

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