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sábado, 30 de junio de 2012

Grillos negros






Toda la ciudad olía a grillos muertos. Todo el tiempo millones de grillos, además, estridulaban en las ramas de los árboles, adentro de las grietas de edificios y portales, en los alfeizares, puertas, batientes, azoteas...






Había millones de grillos negros aplastados en las calles, en los corredores de las escuelas, en las escaleras de los estacionamientos. Todo el tiempo apestaba a grillos muertos.

Eran días de mucho calor. Eran horas de vivir como adentro de calderas, con toda la hediondez golpeando la frente, agrietando la garganta, punzando el paladar y la lengua hasta la náusea.




Y entre toda esa bruma de miasmas y delicuescencias, las palomas encontraban un lugar para quitarse el hambre. 




No había espacio

quería sonar como a eco de palabras sueltas como a sensaciones que se intensifican y  desaparecen  en el infinito tiempo no había espacio ni...