soplo helado en una tarde azul
donde el sol se estaba yendo
con la calma propia de los desolados
el arma en el costado tibio
llenaba de punzadas y de escalofriantes sacudidas
en el plexus un buitre, tal vez, o un ave de mal agüero
esquinaba el pico
hueso frío, helado, zahiriendo el nervio que lo soportaba
apenas
y de la luna llegó el manto blanquecino a cubrir el hoyo en
que las garras
habían destripado el paisaje de los débiles sentimientos
vergüenza de ser el sueño de los dioses
tráfico de una risa estimada en llanto
/ o tal vez para ser más cierto
lecho de esperanza muerta