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domingo, 16 de diciembre de 2012

Correr










Era después algo maravilloso.

Después, como siempre, era

La sensación de lo que había ocurrido

Esa tarde, ese año, ese día

En que te habías levantado con el pie izquierdo.



Diez años después había dejado de ser

El tono preciso en la cara y las manos.

¿Demasiado tarde?

El rictus ante el espejo.

Incrédulo

De lo que ahora estaba en tus ojos

Lleno de ensordecedor asombro.



Diez años después, hasta un siglo después,

El instante volvía a presentar los hechos

De un modo que era imposible negar la risa

El llanto de no estar otra vez en esa tarde

En ese instante de ese año.



Dejarlo morir y caerse junto al terciopelo negro

Sobre los espejos.

Llenar los pulmones de otro aire

Fesco o helado

Y andar con otra piel.

Otro mes

Otro día otro año

Salir del círculo

De los relojes y de los calendarios.


Correr.

Correr.

Hasta perder la visión y los recuerdos.




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