Era
después algo maravilloso.
Después,
como siempre, era
La
sensación de lo que había ocurrido
Esa
tarde, ese año, ese día
En
que te habías levantado con el pie izquierdo.
Diez
años después había dejado de ser
El
tono preciso en la cara y las manos.
¿Demasiado
tarde?
El
rictus ante el espejo.
Incrédulo
De
lo que ahora estaba en tus ojos
Lleno
de ensordecedor asombro.
Diez
años después, hasta un siglo después,
El
instante volvía a presentar los hechos
De
un modo que era imposible negar la risa
El
llanto de no estar otra vez en esa tarde
En
ese instante de ese año.
Dejarlo
morir y caerse junto al terciopelo negro
Sobre
los espejos.
Llenar
los pulmones de otro aire
Fesco
o helado
Y
andar con otra piel.
Otro
mes
Otro
día otro año
Salir
del círculo
De
los relojes y de los calendarios.
Correr.
Correr.
Hasta
perder la visión y los recuerdos.
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