Buscar este blog

martes, 10 de julio de 2012

Antes y después de la lluvia














Ella mira, recargada en el filo de la ventana, hacia el cielo manchado de nubes cárdenas. Él contempla la espalda de ella, los hombros de ella, las piernas de ella. Ella siente los ojos de él acariciando su espalda. Siente sus manos apretadas en la madera. Huele el polvillo. El dulce sabor de la madera.

Afuera las nubes avanzan suavemente. Sin prisa. Sin prisa él coloca las manos en los hombros de ella. Aprieta con la intensidad en que suena el tempo largo del Concierto No. 5 de Juan Sebastian Bach.

Con el terciopelo de la lengua acaricia el cuello de ella, quien se estremece a la par que trina el teclado. Es Bach el que ha ido dirigiendo las caricias de él en el cuerpo de ella. Es ella quien corresponde puntualmente cerrando los ojos con el tempo acorde a lo que se oye y se palpa.

Se huelen.

Se saben a piel entera.

Cae el vestido. Resbalan los tirantes del sostén. Ella gira el cuerpo. Entrega los labios.

Se abrazan. Se dejan llevar por la música y el tacto. Avanzan junto con las nubes, junto con la música. Hasta el inicio de la noche.

Sin prisa.

Sin prisa.

El cielo truena.


Juan Sebastian Bach continúa.





4 comentarios:

  1. Buena música y sensualidad al máximo ¡No se puede pedir nada mejor! Un abrazo!

    ResponderEliminar
  2. Encantado de saberlo así; como un nada mejor.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Algo mejor: más allá de la palabra, la acción misma, el amor a la vida.

    ResponderEliminar
  4. Así es, siempre más allá de todo. La vida misma como un más allá siempre.


    Abrazos

    ResponderEliminar

Gracias por asomarte a este blog de instantes

No había espacio

quería sonar como a eco de palabras sueltas como a sensaciones que se intensifican y  desaparecen  en el infinito tiempo no había espacio ni...