Lector
de etiquetas y textos breves (((indicaciones / contraindicaciones))), lo mismo
en cajas de medicina que en bolsas de vegetales. Apasionado de los videojuegos
y del dibujo en muros. (((Graffitero))) Siempre con cascos en las orejas
escuchando música. Prefiere el ruido de las avenidas a estar estudiando las
cosas de la escuela. Detesta los programas de la TV en los que se busca
bombardear el espíritu. Adora el tatuaje, lo anormal y todo aquello que
parezca insano.
En alguna
tarde le dijo a su hermana que le daba asco tanta hipocresía. Esto lo dijo
porque estaban mirando un reportaje en el cual se quería mostrar las
dificultades que existían para los habitantes de Lagos, en Nigeria, vivir.
Le
encanta la música de Adoration, de Clan of Xymox, de Nosferatu y de otros,
sobre todo de los grupos que apuntan hacia la oscuridad del alma.
-No me rebanaré el seso por nada –le
dijo a Isaura.
Pero ella, ejemplo fiel de la
incomunicación permanente, ignoró la ambigüedad que le acababa de expresar el
muchacho, y lo que dijo fue:
-Si sabe papá que estoy contigo… No
quiero ni pensar lo que haría. Es un puerco… Lo odio.
Hugo le subió el volumen a la
canción que estaba iniciando en el walkman y se la compartió a Isaura. Le puso
los cascos para que la oyera.
-Me gusta…¿Quién es la banda?
–preguntó ella, después de dos minutos.
-Clan of Xymos..
Siguieron caminando. Abandonaron la
escuela en la que estudiaban ambos. Eran poco antes de las 6 p.m. Iban sueltos porque
a Hugo le sudaban mucho las manos y temía provocarle asco a Isaura. Pero Isaura
estaba loca por él. De hecho, otra que no fuera ella, quizás, ya se habría
vomitado tras haber aspirado el aliento que exhalaba el muchacho. En su vida
había tenido un cepillo de dientes, y apenas si lo usó una o dos veces. “Me dan
asco las dentaduras blancas”, alguna vez expresó el muchacho.
-¿Qué haría el puerco de tu padre si
supiera que estás conmigo? –le reclamó Hugo a Isaura.
-No te lo puedo decir. Me da mucha
vergüenza decirlo.
-¡Todo es una porquería! –exclamó él,
como si con esto quisiera quitarle la vergüenza a ella de decirlo. Pero Isaura
no soltó eso que quería saber él. Por el contrario, para desviar el interés de
Hugo, preguntó:
-¿Tienes sed?
-Algo. Pero no traigo plata para
comprar alguna soda.
-Yo traigo –aclaró ella, y propuso:
- Si quieres podemos comprar unas latas de cerveza.
-Me parece buena idea –reaccionó el
muchacho.
Después de beber la última cerveza, Hugo se
propuso acompañar a Isaura hasta su casa.
-¡Estás loco! –gritó ella-. Papá
debe estar por llegar y si me ve contigo…
-Pues es lo que quiero… -expresó
Hugo-. Me daría mucho gusto verle la cara y…si trata de hacerte algo… pues me
le aviento al tiro.
-¿Se te subieron las cervezas?
–cortó Isaura, y agregó-: No conoces a papá. Es muy alto y muy fuerte... Y muy
malo. Sobre todo esto. Muy malo y cruel. Alguna vez estuvo a punto de matar a
un tipo…
-¿Por
qué? –se interesó Hugo.
-Porque,
según papá, aquel tipo había visto a mamá de una manera lasciva. Y es que mamá,
recuerdo bien, llevaba puesta una blusa muy escotada y una falda blanca que, a
contra luz, se le transparentaba todo.
-¿Dónde
ocurrió eso? –quiso conocer el muchacho toda la historia.
-En
un parque. A mamá se le había caído algo, no recuerdo qué, y cuando se agachó a
recogerlo pues… en ese momento el hombre se le quedó viendo a mamá allí, y
papá, notando que el hombre estaba de mirón, sin decir ni media palabra, se
arrancó contra el hombre y se puso a golpearlo como si se tratara de un costal
o algo así.
-O
sea que tu papá es un cabrón de cuidado, ¿eh?
-Es
judicial, ¿sabes?
-Uta
madre. No digas más. A los cabrones judiciales los odio a muerte. A mi jefe se
lo torció uno de ellos.
-¿Quieres
decir que mataron a tu papá?
-No.
Si todavía está vivo, debe estar en una penitenciaría. Es que a mi jefe nunca
le dio por el trabajo asalariado. Todo lo conseguía por robo o asalto. Al parecer,
fue por asesinato que lo entambaron la última vez. Pero mi jefa ya ni se
acuerda de él. Ahora vive un gordo cochino en la casa. Que dizque es
arquitecto. Yo no le dirijo la palabra ni me interesa saber nada de lo que él
hace en su cochina vida. Por lo que me dice mi carnala, mi jefa está feliz con
el gordo ese.
-Bueno…
Hasta aquí, Hugo –dijo Isaura, deteniéndose repentinamente-. Me voy sola.
-Espera
–pidió el muchacho, agarrándola de un brazo-. ¿Nos veremos mañana?
-Si
quieres…
Sórdida historia, como supongo será la vida de muchos. Buen ritmo.
ResponderEliminarTriste la historia, Bocanegra. Atrapa la atención de principio a final. Muy buena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias a ambas. Sin duda, sórdida y triste historia, como la han calificado ambas, y añadiría que es brutal.
ResponderEliminarUn abrazo