Miriadas de girasoles, atravesados por una carretera negra.
Papá había muerto y veníamos por esta misma carretera.
Era triste palpar con la mirada cansada los girasoles en la
madrugada.
¿Por
qué nos habrá dejado papá?, murmuró Mariana.
Fue una mañana que despertó papá y salió de casa, y jamás
regresó.
El cielo estaba más negro que antes. Mamá no decía nada.
Recargada la cabeza en la ventanilla, oía nuestras palabras,
O pensaba en los años que había estado papá con ella.
De pronto, Mariana se puso a llorar. Era la mayor de todos
nosotros.
Mamá despegó la cabeza de la ventanilla y preguntó:
¿Falta
mucho para llegar a casa?
Ya casi
llegamos, contestó Carlos con el volante entre las manos.
A mí me entró sueño y me dejé dormir.
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