Fue una
tentación en su momento: creer que eso era así de cierto. Lleno de angustiantes
madrugadas, se puso a adivinar los comunicados y a llevarlos controlados en un
índice materializado en hojas de libreta italiana. Eran comunicados sustraídos
de libros y de periódicos, de programas radiofónicos con los que fue haciendo
una historia loca, la suya, que mantendría hasta dar con el tiro de gracia.
Uno de
sus primeros capítulos llevaba como epígrafe el siguiente texto, adjudicado a
Paul Auster: There is more poetry than
justice. Seguía entonces un avispero de punzantes voces que hacía pensar en
distintos edificios habitados por seres cuya existencia adquiría las proporciones
del pedazo o fragmento de un puzzle. Una de esas existencias la llevaba una tal
Minga Zah. Mujer de edad indefinida pero de una inteligencia que hacía ver las
cosas y a las personas de una manera increíble. Escucharla hablar era como
verse de pronto frente a un escenario. Es decir, en ella se hacían presentes
varias voces. Cada una con una breve historia compartida y asimilada con los
signos de lo atemporal, esto es, de lo mítico. De otra manera habría sido casi
imposible mantenerse al tanto de la actuación de Minga Zah en una hora y en un
espacio ajenos a la filosofía y a la ciencia.
En otro
capítulo el principio de construcción se asentaba en una imagen fotográfica de
autor desconocido, debajo de la cual se exponía un diálogo en cascada, del cual
no sabíamos si eran dos o más las voces que participaban en la exposición de
motivos en torno a lo que pudo haber
ocurrido antes o después de ese hecho atrapado.
-Estaban hablando de un gran negocio
cuando apareció el ladrón de la nada.
-No supe cuándo ni cómo había clavado el
puñal en el pecho del adolescente.
-Uno de ellos se perdió entre los
árboles. El otro salió del parque y buscó una caseta telefónica.
-…
Cada
capítulo estaba propuesto singularmente. De haber alcanzado esta época, es
probable que habría echado mano de todos los recursos tecnológicos para dar a
saber de las obsesiones que lo traían vuelto loco.
En las
últimas páginas, poco antes de dar el tiro de gracia, aparece un dibujo y un
pequeño fragmento hecho con preguntas.
Vaya alucín este de fragmentarías dis-locaciones!!! es toda una sorpresa a la imaginación!
ResponderEliminarUn abrazo inacabado.
Por allí quiero sonar, en el fragmento alucinante, esto es: descarrilamiento de la imaginación.
ResponderEliminarSalud,