En otra parte abajo, pero cierto por su invisible fortuna
de estar:
como el viento.
El viento que había sido sensación puntual y extendida:
plenitud de lo que fue inesperado
en la incredulidad de estar sin saber más de lo que había
en el rostro.
El día y la noche como el silencio y el ruido:
lo sucio a plena luz y el brillo en la oscura sala:
deshabitada o llena de fantasmas:
de seres que jugaban a estar
con la luz de la mirada.
Seres que eran como estar sin estar
en la superfice de los dedos en que otro juego estaba
aconteciendo
presente como el silencio y la oscuridad:
como esa sensación que acaece en el poro abierto y lleno
de otra luz
en que agrieta la garganta y el pecho tiembla hasta
romperse.
El día y la noche como el silencio y el ruido
como esa sensación que vacía y llena el cuerpo
de intensos tonos a una velocidad única:
como la verdad de estar oyendo el paso de los fantasmas
de esa otra sala en que los seres habían jugado
bajo la luz de otro momento.
Muchas luces y penumbras, me ha gustado! Abrazos!!
ResponderEliminarGracias, compañera de rutas poéticas. A veces ocurre esto de andar con la penumbra tropezando entre las luces.
ResponderEliminarUn abrazo