Estaba en el lodo, sintiendo cómo, en sus pies
desnudos pululaban sensaciones. Sabía que era así como el polvo había dejado de
ser un capítulo clausurado dentro de sus ojos. Ahora el agua era una mano
limpiando el presente de su carne. Era su carne un terrón que iba
desbaratándose en las sensaciones de sus pies desnudos.
Nada había más que el desnudo instante de estar con los pies envueltos por el lodo. La sombra era apenas un tímido fantasma que luchaba por escapar del fango.
Fango negro.
Para sus pies, se había hecho el agua
una ficción. La única realidad palpable que se pronunciaba en la palpitación de
sus sienes, estaba en las grietas de la piel.
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