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miércoles, 20 de septiembre de 2023

Un loco quien escribe aquí

 




Quien aquí escribe, hace varios o muchos años que perdió la cabeza, o quizás más que eso. Sólo a un loco se le ocurriría pensar que hay lectores interesados en las palabras que aquí deja colgadas como mensajes en botellas al mar. No sabe que en este mundo sólo hay información por números, por cifras, con símbolos de un complejo sistema por donde se fraguan intereses que en absoluto tienen que ver con el arte ni con la poesía. 

La literatura no es importante en nuestros días. 

El pensamiento no es importante en nuestros días. 

La reflexión filosófica no es importante en nuestros días. 

Trabajar para crear un mundo mejor no es conveniente en nuestros días.

La sensibilidad ha sido expulsada; ha sido catalogada, subrepticiamente, como una enfermedad a la que hay que desterrar de los cuerpos que aún siguen pareciendo humanos.

Y ahora vienen las intenciones de asesinar a la inteligencia humana. Quieren hacer lo mismo que han venido haciendo con la sensibilidad; destruirla, borrarla del genoma. 

Ya ni siquiera se trata de comprender que la historia está siendo contada por un idiota. Al mundo mismo lo están convirtiendo en un auténtico idiota. 

En el mundo de estos días la sensibilidad no guarda sentido de correspondencias necesarias, resulta incoherente con la riqueza que hacen posible los grandes negocios en el mundo digital. Incoherente ante tanta miseria, ante tanto odio, ante tanta destrucción de pueblos y de lenguas y de culturas. 

La sensibilidad es una enfermedad que quieren destripar a base de metralla informativa y performativa. Con el heliogábalo de la política como el gran volcán. 

Aunque parezca todo lo contrario, aunque parezca que hay mucha sensibilidad y mucha creatividad y mucha literatura y mucha poesía. Lo cierto es que sólo hay negocios, sólo hay búsqueda de riqueza, sólo hay estafa, sólo hay impostores, sólo hay mierda desbordando las mentes ambiciosas en todo este mundo de sofisticadas famas y riquezas concentradas.

Pareciera que vivir sólo tiene sentido si se alcanza fama y fortuna. Ya no el trabajo como un derecho para alcanzar la dignidad del ser humano. Pareciera que trabajar va contra todo sentido de dignificación humana. Pareciera que vivir se ha vuelto más un asunto de competencia que de empatía o que de compasión por el otro.

Quien escribe aquí no sabe que la literatura y la poesía han dejado de interesarle a los habitantes de este mundo. No sabe que el mundo está mucho más interesado en la Inteligencia Artificial y en las Bolsas de Valores y en mantener cautivos a los millones de internautas a través de contratos que nada tienen que ver con la vida ni con nada que se le parezca.  

Quien aquí escribe, ha perdido la razón y no lo sabe. Pero es necesario que escriba, que siga escribiendo, que siga creyendo que hay cientos, miles, millones de lectores interesados en la poesía y en la literatura. No sabe que esa realidad de lectores es una fantasía suya; no sabe que esa realidad se compone nada más que de algoritmos, de cifras, de símbolos y de engañosas gráficas que llevan a pensar que el arte existe, que la humanidad existe, que la literatura tiene sentido, que las palabras en el poema significan y seguirán significando en alguien más que no sea sólo una sombra de un cuerpo encerrado en un número o en un seudónimo.

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