Si es así, que hay que vencer los
cuatro enemigos para hacerse un hombre de conocimiento, es probable que Carlos
Castaneda haya llegado a serlo cuando alcanzó la vejez; o tal vez no.
La cuestión es ¿cuándo inicia la vejez
o cuándo realmente se puede experimentar que se ha alcanzado la vejez? ¿La
vejez es cuestión de haber cumplido tal cantidad de años de vida?
Según recuerdo, para don Juan Matus, vencer
el miedo no significa hacer que el miedo desaparezca del cuerpo y de la mente
de uno, sino que, a pesar de tener miedo, hay que continuar en la búsqueda del
conocimiento. Esto es: no hay conocimiento sin miedo. O mejor, en todo
conocimiento existe un riesgo, y es este riesgo el que crea la sensación de
miedo.
Cuando se ha podido continuar avanzando
en las rutas del conocimiento es cuando se alcanza a percibir con claridad las
cosas que existen en el mundo. Pero es una claridad en la cual no hay que
confiarse todo el tiempo. Podría suceder que dicha claridad se acabe
convirtiendo, en el individuo, en una costumbre. De tal manera, que la
costumbre hace que uno vea las cosas que hay en el mundo como si tales cosas
fueran siempre las mismas. Pero las cosas nunca podría ser las mismas cosas
para aquellos que andan en busca del conocimiento.
Avanzar para alcanzar conocimiento es
no acostumbrarse a vivir en la claridad de verlo todo como inalterable. Vivir
en la no costumbre hará posible que uno se encuentre de cara ante la realidad del
poder. La realidad del poder es una sensación de alta vigilancia que hace que
la costumbre nunca entre y se apodere de la mente ni del cuerpo. Sólo esta
realidad de poder permitirá crear nuevas condiciones en las que habrán de surgir
nuevas realidades; nuevas realidades que harán las veces de alcanzar
conocimientos de poder. Conocimientos de poder serán las realidades que en el
cuerpo y en la mente suceden y que nunca permanecen, que se saben pero que
nunca se tornan en objetos ni en formas permanentes de saber. Según esto
último, podría afirmarse que el saber ocurre toda vez que se vive con
intensidad la inmanencia de la realidad, inmanencia que ocurre en la fuerza de
lo impermanente.
En cuanto a la vejez, como el cuarto
enemigo a vencer, habrá que estar viviendo el tiempo y el espacio en tantas
formas cuantas el miedo, la claridad y el poder hayan hecho posible
experimentar en quien busca hacerse un hombre de conocimiento. La vejez será el
momento culminante en que la vida se ha vuelto un océano cósmico, y quien
habita en ese océano cósmico, en absoluto se aterrará de padecer todas las
fuerzas y las energías que lo harán sentir poco menos que una gota de agua en
el caosmos.
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