Desapareció la calle en que caminaba a diario.
Desaparecieron los tres o cuatro perros que se alimentaban
en las esquinas del barrio.
Desapareció el niño que fui en las mañanas
el que pateaba la pelota de trapo y periódico entre banquetas:
los sábados y domingos
y a veces también entre semana,
cuando no iba a la escuela y había comida en casa.
Desapareció el mundo en que me ilusioné
durante insomnios a las 3:30 de la madrugada.
Desaparecieron los discos en los que había dos caras:
A y B.
Desaparecieron las canciones
con las que aprendí a cantar sin abrir la boca.
Hoy ya no sé qué realmente existe.
Hoy que ya todo está formándose,
para ser asimilado por la inteligencia artificial,
me pregunto a dónde irán a parar las dudas de los que aún siguen pensando
y siguen escribiendo
y siguen dialogando
y siguen cantando
y siguen llorando
porque el amor y el odio
porque la ausencia y la necesidad
porque hay que seguir haciendo lo que sea
para que algo permanezca
[ ¿Qué
Quién? ]
( ( ( ¿El mundo real existe?
¿Existió alguna vez el mundo real? ) ) )
Alguna vez leí eso que Netzahualcóyotl dijo / cantó:
"Como una pintura
nos iremos borrando,
como una flor
hemos de secarnos
sobre la tierra
[...]
Mientras me voy borrando,
hay una duda que no deja de acompañarme a diario:
¿Existo?
Otros me ven
-y me leen, y me escuchan, creo-
Yo no me veo.
Nunca me veo
nada más me imagino,
incluso cuando estoy frente al espejo:
imagino lo que pienso.
¿Soy el que imagino?
¿Soy el que imagina?
No me preocupa saber quién soy.
Mi duda
Mis dudas
son otras.
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