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domingo, 24 de agosto de 2014

En los poros de la tierra








Le cayó el muro encima.

Lo aplastó.

No había nadie que sacara el cadáver de entre los escombros.
Fueron las moscas, primero, las que se hacinaron en la mano que asomaba, sangrante, entre los adobes. Luego fueron los zopilotes los que escarbaron con el pico y las garras. Tragaron lo necesario y abandonaron los restos al gusanal.

No había hecho testamento ni había dejado instrucciones de qué hacer con su cuerpo muerto. No había dejado por escrito que lo incineraran ni que echaran las cenizas a un río / a un lago / o al océano. 

Allí quedó.
Allí desapareció en los poros de la tierra.


2 comentarios:

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