Se me
ha desbaratado el creer. Ha ido a colmar los huecos entre el lodo y el hocico
de los marranos. De allá es que llega el tufo que obliga a cerrar las puertas,
las ventanas y a desdoblar recordatorios que habían quedado metidos entre las
hojas de varios libros. Increíble me ha parecido tener entre los dedos una
servilleta con el par de labios estampados: un beso en color magenta, ya seco
por tantos años de olvido, y debajo una frase que decía la hora y el lugar para
vernos ese día; está también la tira de papel amate con sus colores figurando
nubes y montañas, y no acabo de recordar cómo fue que llegó a permanecer tanto
tiempo entre las páginas de Cien años de soledad; están otras formas y otros
mensajes que dejo estar sobre la superficie astillada del escritorio, junto a
páginas con anotaciones.
Aturdido
de sueños, coloco los audífonos y abro una página musical en youtube. Quiero quitarme
de la cabeza la imagen de ese circo al que habían llegado los payasos con
ametralladoras y habían abierto fuego contra todas las familias asistentes. No me
explico cómo es que la escena de esa película alemana (Cuando los payasos
lloran) volvió a representarse en el sueño. Ni la voz de Lydia Lunch y sus
acompañantes lograron borrar las bocas y los gritos estridentes que exigían
atención médica. Esto no pudo haber ocurrido en la película; únicamente en el
sueño. Cierro los ojos y trato de apreciar todo eso que expresa Lydia Lunch
entre discordancias y ritmos obsesivos.
El cráneo –como la bóveda de un estadio
hipermoderno- se abrió y comenzaron a sonar los helicópteros de otro sueño, el
cual jamás habría sido recordado, de no ser por la poderosa fuerza de los ritmos
y de las disonancias con que Lydia Lunch y sus músicos raspaban las paredes cerebrales.
Lo que
siguió fue un rompecabezas que acabó haciendo polvo mi paciencia. Clara señal
de que el día había muerto en un instante.
Muy tuyo estilo de narrar los sueños. Me resulta irremediablemente maravilloso.
ResponderEliminarHacía mucho que no escuchaba ni pensaba en Lydia Lunch...qué cosas me traes al pensamiento. Verdaderamente genial!
besos como ensoñaciones
Gracias, querida amiga. Siempre serán tus palabras un paraíso en medio del infierno.
ResponderEliminarAbrazos como nubes