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martes, 1 de noviembre de 2011

Diluidas formas



Por cuestiones de horario y de circunstancias ajenas al deseo, el pecho podía llenarse de sentimientos, que al paso de los segundos, terminaban borrándose en medio de un charco de sopa en la mesa o en el fondo de una grieta, donde la misma grieta había servido como tumba de una mosca atrapada por la araña y otra mosca que se había ido a otro techo.
     No había juego que perder, ni que ganar.
     No había campanas ni campanarios ni gallos al amanecer.
     Todo era cuestión de un antes distribuido a capricho de seres que se movían detrás de cada cosa, detrás de cada sombra expulsada por los cuerpos que se negaban a aparecer en el mismo espacio por el que se hacían presentes el timbrazo en una puerta, la sirena de ambulancias quitando calma en el vecindario, el ladrar de muchos perros y el corazón de un niño enfermo que alucinaba en su cuna.
     Ya no había canción de lunas.
     Ya no había noche para descansar.
     Ya no había tiempo que medir.
     Colmado el aborrecimiento de empujar la misma puerta para salir a la misma calle, sólo quedaba el cielo para hundir las manos en los bolsillos y echarse a vagar con la esperanza de no regresar nunca al mismo patio.
     No había itinerarios que aseguraran el regreso.
     No había instrucciones que perder ni que olvidar.
     ¿Qué había entonces que esperar?
     ¿Qué había entonces que creer?
     Ya no había mosca en la tumba-grieta ni formas que se diluyeran en el horror de tantas muertes juntas.
     Estaba, es cierto, otra araña llenando de destellos el delicado trozo de una mariposa negra.




3 comentarios:

  1. Me gusta este no haber. Me gusta este vacío reconfortante. He sentido que tu verso descansa, que tu alma respira en el silencio que habita entre cuerda y cuerda, entre línea y línea. Sí, me gusta.

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  2. Me ha gustado el toque que le has dado al texto para describir una vida vacía, o, tal vez, la muerte de una vida rancia. Un saludo amigo, me has dado que pensar, una vez más.

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  3. Gracias, Paty. Tu atenta lectura se deja ver en tus precisas palabras.


    Gracias, Daniel. La vida y sus rincones lleva a ponerse araña el pensamiento. Un saludo amigo, como bien dices.

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Gracias por asomarte a este blog de instantes

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