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sábado, 25 de junio de 2011

Quería escribir con canto


Quería escribir con canto, y lo logró, algunas veces. Otras nada más fue un tallar de piedras contra la lengua. Era inevitable que esto y más ocurriera. No se podía estar siempre con la nota central bien pulsada. De aquí que no pocas veces hubo en la mano ese temblor acompañado por el susurro de las voces negras. Tesitura grave que lo congelaba todo, hasta el corazón. Cuando la lengua sangraba de tanto tallar y tallar contra la piedra de la realidad insomne, había luego que encerrarse en el mutismo inaccesible, donde ni dios era invitado para ayudarle a sanar tantas heridas.
     -Y ‘ora tú, ¿pos qué te pasa?
     -Na’a mor, na’amor.
     -Has tragado tu puerco aguardiente, ¿es verdad no?
     -Un poquito n’a más amoh.
     -Un poquito es cuánto ¡sinvergüenza!
     -¡Bah! No insistas que no quiero hablá.
     -¡Pos no hables! ¡¡Quédate con tus puercos pensamientos y ya!!
     Según la tesitura en que andaba el gris caletre, podía tronar la cordialidad aparentemente más duradera, o bien podía dejar las cosas en el terciopelo de los regalitos hipócritas. Esto si el canto iba por el rumbo de los diálogos en casa: diálogos de parejas estresadas y hartas de comer la misma sopa todos los días, cual es el caso ejemplar expuesto líneas arriba. Diálogo breve y corrosivo.
     -¿Cómo fue la reunión con tus amigas?
     -Platicamos de todo. Incluso lloró Nadia.
     -¿Por qué?
     -Yo creo que andaba en sus días depre. Todo fue porque se acordó de un novio que tuvo hace años. Nos dijo que lo había soñado hacía varios días y que no se lo podía quitar de la cabeza.
     -¿Y qué supiste de Raquel?
     -Parece ser que ha perdonado a Lisandro.
     -Y tú, ¿estás contenta?
     - ¡Por qué no había de estarlo!
     -Porque cuando te fuiste noté que ibas muy enojada y no supe por qué.
     -Así somos las mujeres, veleidosas e impredecibles. Y tú, ¿hablaste con Ezequiel?
     -Sí. Quedamos de vernos este próximo sábado. Me aseguró que traería los discos que le prestamos el año pasado.
     No hay nada que añadir a este último ejemplo de charla baladí y habítual entre matrimonios clase media. Para el caso, las voces habían surgido a partir de recordar un anuncio de detergente. Se entiende perfectamente la asociación de “las ropas sucias se lavan en casa” y el hecho de hablar de lo que dijeron o no dijeron las amigas en el restaurante. La historia podía ser continuada, desde luego, pero el canto no sería el mismo ni cercano a los ritmos en que estaba obsesionado desde hacía varias horas, después de que se había levantado de la cama y se había puesto a revisar el correo en la PC para distraerse mientras se le venía con toda nitidez el sueño en que conoció a Amy Whinehouse.
     Pero cuando no había voces ni había ruido en la casa, la mano se deslizaba sobre talco y lograba trazar figuras melodiosas tipo Gymnopédie No. 1 (Erik Satie) y un poco Debussy (Claro de luna). Lo terrible ocurría cuando había ruido y era de madrugada y no había píldora que lo hundiera en el sueño más profundo. Las manos entraban a los bolsillos y extraían monedas que acababan adentro de la boca para ser mordidas, o de otro modo eran monedas que acababan estrellándose contra el parabrisas de los coches de donde estaba escapando todo ese ruido de tambora y tuba y voces bárbaras.
     Pero ahora, en esta tarde de viernes, la lengua ha estado en calma; no se ha tallado contra piedras ni vidrieras ni cosas de esas que envenenan. Esta tarde la vida es caricia. La tarde está clara y la luna no está asomada a lo lejos. Todo es canto leve y fresco, suave para la piel y… los labios.   

4 comentarios:

  1. Es difícil escribir con canto, yo intento cantar escribiendo... no sé que es peor jajaja... las relaciones humanas en una pareja a veces son oníricas, incluso surrealistas...

    Es divertido leer estos diálogos pero supongo que la realidad debe ser algo frustrante...

    Yo de momento soy una loba esteparia que canta y en el universo de luz y penumbra siempre encuentro mi rincón para aullar lejos, en un universo perdido y efímero, donde soy la hija de David Lynch y Anna Karenina...

    Un saludo! :)

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  2. No hay nada peor que carecer de un lugar para echar el grito, el canto o el sollozo. Lo terrible es que quienes nos descubran gritando, cantando o sollozando, quieran tirarnos las paredes en que hemos construido nuestro lugar.

    Va un saludo y sigue cantando con lobos en esa estepa de luz y penumbra.

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  3. Qué texto tan chulo, quñe bien que por fin tengo tiempo para descubrirte.

    Esto se merece un brindis..chin chin

    Ya de paso le doy un saludo a la cantarina con la que comparto el gusto por Lynch y por Ana Karenina..
    besotes

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  4. Gracias, Miette. He escuchado el delicado toque producido por el brindis.

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Gracias por asomarte a este blog de instantes

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