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jueves, 9 de junio de 2011

Divididos por el asco


Había creído que seguiría el orden. Pero no. No había lunes a martes ni sábado a domingo. Estaba con las hojas de otro calendario. Nada memorable. Fecha imposible. Era casi como Semana de colores, casi como quedarse varado en las transparencias de un mismo día de tarde en jueves.
     Jueves era el día que mejor se ajustaba para ir por esos rumbos de agua y cuerpo fresco. Rumbos como los de Tocaia Grande retenidos en la algarabía de sus putas o prolongados en la esperanza loca del Capitán Fonseca. Había que ir para estar por un rato en el lugar del turco Fadul y esperar, con breves tragos de aguardiente o ron mientras tanto, a que la noche llegara y se abrieran las puertas de la casa donde estarían Bernarda, Dalila, la vieja Coroca, la más vieja de todas las mujeres de Tocaia Grande, y otras más que en la noche, noche de jueves, son para nunca alcanzar el viernes. Sólo ganas de tener otras manos y otros labios adheridos a ese cuerpo que siempre aparecerá mecido en la hamaca de interminables madrugadas. Sólo eso.
     Era mejor así. No saber que al dos le sigue el tres y que antes, mucho antes, había algo incontable, algo por lo que valía la pena abandonar la lista del mercado, la cita  con el oftalmólogo, hacer el depósito de la hipoteca, llevar el perro al veterinario, postergar la visita a la prima Chole, escabullirse en las hojas de otra novela para no estar ante los mismos rostros tantas horas durante la misma tarde de miércoles o domingo. 
     Otro día en la misma tarde, pero ya sin claridades, sin detenciones de ninguna especie, había que desalojar los tumultos de la ira acumulada por tanta calamidad en el mundo. Había que hacerlo. De veras. Hacerlo sin mucho gesto ni actuación premeditada. Rápido.
     Estaba el otro quebrado que en nada se asemejaba a las particiones exactas de los avaros y agiotistas. Era un quebrado de voz y de pensamiento, de cuerpo ensimismado en las oquedades del vacío helado y ceniciento. Ante algo como eso en tardes de sábado, bien se podía desalojar un poco de murria y escupir a la vitrina donde había las cosas más inalcanzables para la mano del mendigo que acaba de recoger la bachicha del cigarrillo blanco en la avenida de lujosos hoteles y repostería de primera. Más quebrado que el pordiosero y que el perro que lo acompañaba, nadie como ése que ha perdido la hora y el día, la casa y la mujer y los hijos y hasta la palabra. Realmente quebrado como el vidrio de dios en este mundo de sumas caídas y multiplicaciones brutales que revientan el ojo y la boca y no hay nada que ver ni nada que tragar sin pena. Quebrados hasta en los sueños.
     La realidad acababa imponiéndose, como siempre. En ella estaba todo ese ramal de rumbos para transitarlos a paso de intermitentes desvaríos, o de otra manera los rumbos se desdibujarían para que otros ojos aprovecharan la consistencia de los colores en el parpadeo. Pero lo cierto es que, para el caso de los divididos por el asco, la realidad valía apenas un reflujo agrio y unas ganas horribles de desechar hasta el último pedazo de queso.
     Lo cierto, lo únicamente cierto era que la realidad o irrealidad eran hechos que estaban allá para los perfectamente acomodados en las cuentas de las estadísticas. Éstos mismos que son los que abren el periódico temprano en la mañana y beben el jugo de pomelo, el café calientito y dan beso apenas a la señora de la casa. Éstos mismos que se parecen tanto a los viernes de copa y corbata suelta. Para estos el mundo es así y asá y no hay manera de hacerlos creer lo contrario. Pero es que en realidad no tiene caso hablar con ellos en las mañanas de sábado. Están tan llenos de semana y de triunfos pasajeros que mejor es que sea la señora quien los despierte y les recuerde que es día para ir al club, que hay que sacar a los niños y al perro, que hay que dejar los trajes en la tintorería que ((( que (((que (((que. 
     Para los quebrados no puede suceder esto. No, para los quebrados no hay sábado de yate ni muchachas a cubierta tomando el sol caribe. Tampoco para los divididos ni para los que han extraviado la cuerda en que se orientaban para alcanzar la mesa y la cama. Para éstos no hay cuenta exacta ni nada que los haga pensar en calendarios ni en fechas memorables.

4 comentarios:

  1. Hola, paso a saludar ;)
    Que tengas un lindo día.
    Divididos por el esco, divididos por prejuicios.

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  2. Eternamente divididos, Yarit. Cuerpo y alma. Mente y espíritu. Razón y locura. Hay que dar el salto a otras latitudes.

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  3. Interesante tensión que nos hace ir escuchando ese quebranto de ciertas vidas, como una puerta de existencia oxidada que entre su abrir y cerrar, rechina con el revoloteo de polillas hasta el alma.

    Me ha llevado mucho al Hombre quebrado de Ben Jelloun.

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  4. Habrá otros,Eze, siempre, detrás de estos dedos que escriben. Hasta en el desierto la sombra se extiende en otras sombras.

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