Mi error fue
ser el que no era
Imprudente
fue caminar a donde no iba
Jamás
a donde no iba
No
iba
Jamás
debí entrar en ese espacio
de
horas muertas
Ahora
Ya
no sé quién mira en el espejo a quién
Quién
es el que dirige mis pasos
Más que una
duda
Un saber
helado
De peste apresada
en instantes
Horas
de cadáveres y de nombres descompuestos.
Horas
de cadáveres y de nombres descompuestos.
Horas
de cadáveres y de nombres descompuestos.
Hundo la cara
en agua helada y algo se detiene
Entre mis ojos
y el hueco oscuro nadan
Peces de piel
dorada y negra
Sé
que un minuto más y
todo
mi cuerpo caerá
en
profundidades sordas
ensordecedoras
en la máquina cósmica
que
me arrebata
que
me destroza
y
que me muere
Me
muere en la boca
Sitio
donde nunca fui el que hablaba.
La tarde hasta
mis pies ha llegado
Y sienten la
noche en los poros
Irrepresentable
como un soplo
Y caigo
cuando
todo se oscurece
Espero
que ofrezca sueños la madrugada
Espero
que ofrezca sueños la madrugada
Espero
que ofrezca sueños la madrugada
Y las
moribundas células no dejan de decirme:
no dejan de decirme:
“Estás
muriendo en el que nunca fuiste”
Estás muriendo en el que el
que nunca fuiste
el que nunca fuiste.
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