Tiró la licencia.
Cortó en pedacitos la credencial del IFE.
Quemó el pasaporte.
Ya no
quería tener un nombre ni un documento de identidad. Sabía que en los sueños su
existencia carecía de rostro y de voz. En los sueños era sólo una sombra vagando
entre otras sombras.
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Gracias por asomarte a este blog de instantes