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viernes, 3 de junio de 2016

Calurosa tarde




Habladraba el perro 

bajo un sol que había enloquecido a los niños.

Éstos no dejaban de tirarle aguacates podridos 

y limones inmaduros, y el pastor alemán habladraba 

contra tanta guerra de niños alebrestados.

Minutos que parecieron horas 

de estruendos en ventanas y puertas,

Hasta que salió el viejo, el dueño del animal, 

enloquecido por tanto calor y por tantas bombas de niños 

contra la maltratada fachada, 

pero sobre todo contra el cuerpo del perro,

Que no dejaba de habladrar ensordeciendo 

a todos, a todos los que pronto reconocerían 

Que había una guerra de espanto infernal.

Y el viejo volvió a salir, 

cuando supo que los niños no habían dejado de disparar 

contra su can,

Salió con su escopeta de copitas, 

y disparó contra todos ellos, 

Como si de soldaditos de plomo se tratara 

en la carpa de una feria,

y el perro habladraba, 

con la rabia escurriendo de sus fauces negras.

Habladraba, 

habladraba, 

habladraba...


   

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