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viernes, 22 de noviembre de 2013

Preludio






Era el Diario de un loco y Carlos Ancira el actor.
Nosotros estábamos arriba en gayola, espectadores de los de abajo,
sin pesos en los monederos falsos o verdaderos pero con la imaginación desbordada,
atentos al vuelo de las palomas que había jugando allá afuera de los ventanales.
Era tarde de domingo. No éramos muchos los que estábamos en gayola cuando Carlos Ancira nos gritó que bajáramos.
Bajamos corriendo y entramos por la puerta principal del teatro Degollado.

“¡Vengan hasta acá!”. Gritó Carlos. Subimos al proscenio, y entonces el Diario de un loco tomó las dimensiones de la vida.



1 comentario:

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