Buscar este blog

sábado, 26 de septiembre de 2015

Palabras en la verja






Colgó en la verja un cartoncillo, en el que decía: el terror se ha apoderado de esta casa.

Otro día, el cartoncillo desapareció, y en su lugar dejaron un par de calcetines enrojecidos por la sangre aún sin secar.

            A medianoche descolgó los calcetines y les prendió fuego con los periódicos de varias semanas. Mientras fumaba el cigarrillo y bebía el té helado de mandarina, pensó en el cartoncillo que colgaría en los próximos días, y en lo que anunciaría.

            Así estaba, meditando con el sabor de la mandarina en los labios, cuando se detuvo una camioneta de la que descendieron tres policías. Le preguntaron por el mal olor que escapaba del fuego, ya débil como los murciélagos viejos que acaban muertos en el vuelo. 

           Les mintió sobre el contenido que hacía combustión.

            -Huele a cadáver –dijo uno de ellos.

            -Sí –afirmó el otro policía.

            El tercero nada dijo, sólo se quedó mirando al personaje, como esperando que aclarara o que desmintiera a lo que habían dicho sus compañeros.

            -Está bien –dijo el personaje, tras beber un trago al té de mandarina-. He cazado una rata y he querido convertirla en cenizas.

            Después de escuchar esto, el jefe de los policías les dijo a sus subordinados que subieran a la camioneta, que tenían cosas más importantes que estar hablando con un chalado.


            El personaje no se sintió vulnerado por tales palabras. Sacó otro cigarrillo y lo encendió, y acabó de fumarlo con el gusto de haber conseguido las palabras que escribiría en el cartoncillo de ese fin de semana.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por asomarte a este blog de instantes

No había espacio

quería sonar como a eco de palabras sueltas como a sensaciones que se intensifican y  desaparecen  en el infinito tiempo no había espacio ni...