“La primera vez que fui tumbado por ginebra,
tenía trece años. Ya cuando era mayor de edad, las manos me temblaban todo el
tiempo. No había duda en lo que me había convertido. Después llegaron las noches del
delirio, los golpes en la cabeza contra las puertas del infierno; además, por
tantas trifulcas en horas de madrugada y con nadie para levantar al casi
cadáver en la esquina de algún barecito, era necesario evitar los espejos. Realmente
era aterrador no saber quien estaba allí: mirando al fantasma que yacía
flotando en la penumbra.
“Alguna vez tuve amigos. Alguna vez
sentí las caricias del amor y del sexo muy temprano en la mañana. Alguna vez
creí que la vida era lo más hermoso que habían mis manos y mis labios / Después,
no.
“A
mi mejor amigo le cortaron la garganta en un bar de Tijuana… (((No me preguntes
cómo supe lo que sucedió aquella noche: “Estaba
matando el tiempo con un vaso de tequila; esperaba a que el pollero llegara.
Los viejos lobos del bar ya sospechaban qué hacía mi amigo allá en el fondo en
la penumbra.
“Se
le acercaron, le dijeron con el caló a toda marcha que se sacara la marmaja y
que no la hiciera de tos porque /
“Pero
el Juancho, que era de muy pocas palabras, se alebrestó; le echó en la cara los
restos del tequila al que supuso era el jefe de la jauría. Fue desperdiciar el
trago y el tiempo. De inmediato sacó la navaja
el más cercano y la paseó como un rayo abajito de la manzana de Adán. Certero
fue el tajo. Allí quedó Juancho, en medio de un enorme charco de sangre.
“Lo
cierto es que a mi amigo le cortaron el pescuezo hace más de veinte años.
“De
la belleza que conocí, fue poco el tiempo que duraron los embelecos; ni dos
años. Sobre todo a ella se le metió el odio en el corazón. Una mañana, como
cualquier otra mañana, tiró a la calle mis chanclas, mi pantalón y la chamarra,
y lo último que me dijo fue: ““¡Largo de aquí, poquita cosa!””
“Pasaron
los días y los años, Bocanegra, hasta llegar hasta esta noche vieja; más vieja
que mis huesos, pero no tan marchita como ha estado mi corazón desde hace
tiempo.
“Pito
Pérez hizo testamento; yo, no. Mi vida fue tan inútil como la de Pito Pérez,
incluso más inútil porque la mía nada tuvo de poeta extravagante. Yo nunca pasé
de ser el borrachín del barrio, el crápula en mis mejores años y hasta el más
loco y temerario de todos los primos y carnales que fuimos. No me arrepiento de
nada.
“Me
parece que algun vez creí en Dios; pero ya ni de esto estoy seguro.
“Adiós,
Bocanegra… y feliz año”.
Suena muy triste, la verdad. Normalmente, la gente se pone alegre en Nochevieja..
ResponderEliminarQuerida Blanca, después de tantos días de fiesta previos a la Noche Vieja, aunque no es mi caso, lo que se vive es la cruda realidad, la resaca de verse en ese mareo entre un pasado que es más poderoso que el futuro, y un presente que es amo y señor, y que no siempre es magnánimo. Pero bueno, lo que sí es que agradezco mucho que hayas expuesto tu comentario y lo que piensas que puede ser y significar normalmente la Noche Vieja para otras personas.
ResponderEliminarUn abrazo