En la noche las lenguas desaparecieron. Llegó el sueño y todo fue hablar con el suave humor de los cuerpos.
-¿Te angustia no comprender la repetición de los espejos?
Como otro día sin lluvia, se fue alejando el púrpura de tus labios.
-Me angustia no comprender lo que sucedió en mi mente el siglo pasado.
En la mañana el sol se hundió. El tiempo comenzó a parecer otro, distinto al de horas transparentes y años instantáneos.
-Piensa, entonces, en lo que sucederá en mil años.
-Descansen en paz, amigos míos.
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