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miércoles, 1 de mayo de 2024

Sombras en la herrumbre



Y cuando hubo abierto el séptimo sello,

siguióse un silencio en el cielo, cosa de media hora.

Apocalípsis



El cielo se llenó de satélites, de aviones, de cohetes espaciales. La luna empezó a tener agua y animales que murieron y quedaron como muestra de una idea de vida universal. Cósmica.

Los libros se multiplicaron por millones en un solo día, y por millones se contaban también el número de desahuciados, el número de enfermos, el número de suicidas, el número de asesinatos.

Los lenguajes fueron llenándose de polilla y acabaron en el polvo de lagares arruinados.

Aparecieron otros cuerpos con otros lenguajes; cuerpos sedientos e insaciables; cuerpos que ni los océanos podían colmarlos por su tanta sed.

Los seres humanos se llenaron de pobreza y de enfermedad y de locura. La desesperación los fue carcomiendo y no hubo crematorio que alcanzara para tanto cuerpo descompuesto en casas aseguradas por la ambición y la riqueza de unos pocos.

La riqueza y el poder eran las deidades hacia donde iban los peregrinos flacos, desvaídos, encantados con la ilusión del sacrificio. Iban a entregar el corazón y la osamenta para que los dioses del poder y de la fama continuaran siendo alimentados.

Dioses. Héroes. Sombras en la herrumbre de millones de madrugadas. 






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