Exacta la medida de una orilla a otra orilla
Precisa la forma como el nombre mismo que la refiere
Pero nada cierto podía decirse del número de horas
Respondiendo el teléfono
Ni de toda esa oscuridad a lmacenada
En las pantallas de los ordenadores.
Una pregunta que se desbarataba
Sin alcanzar la idea de
las dudas
Una guerra de puntas aceradas atravesando el tímpano
De la música impuesta desde el fondo de los coches.
Envuelta la sustancia en hojas de tiempo
Casi como un cuerpo descarnado en el palimpsesto de otro
mundo
Caía al vado en que el moscal verdoso pululaba hambriento
En ese cadáver que fue, alguna vez, apreciado por unos cuantos.
Pero todo iba sin preámbulo a disolverse con la lluvia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por asomarte a este blog de instantes