La mitad de la cara cubierta por una barba espesa, blanca y gris. En la cabeza una gorra tejida, multicolor, que guardaba la abierta calva de muchos años. Poco antes de acabar la tarde, cuando la claridad va haciéndose tenue y avisa la negrura que ha de caer irremediablemente, el hombre alista el jergón sobre el cemento, viste la espuma con una cobija desgarrada y coloca algo que insinúa ser almohada. Enciende el cigarrillo, mira el cielo y canta. Calla. Fuma otro cigarrillo. Mira lo que ocurre alrededor de la plaza. Sonríe. Imagina, tal vez, que está en casa. Se acuesta y se tira a dormir.
Todo ocurre en un instante, aunque no lo comprendamos todo, incluyendo el instante mismo. Bocanegra
Buscar este blog
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Con el ruido quemando mi lengua
hace algún tiempo que se me perdió la semántica de palabras como escritor poesía arte conocimiento y otras que mejor dejo solas en su forma...
-
Lo que te estoy escribiendo no es para leer; es para ser. Clarice Lispector Hay escritores que narran sobre lo que más aprecian, sobre...
-
Punzante sonaba el resto en la membrana. Historia que se había extendido en repeticiones. Sensaci...
-
El olor de la madera, enjuagada con años de cerveza y vino tinto, ya sólo era un susurro de otras tardes en tu memoria. La atmósfera...