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sábado, 23 de abril de 2016

A punto de estallar





( ( ( ( ( (
               ) ) ) ) ) )

Que no preguntara nada.

Que no iba a responder a nada.

Estaba cansado de explicaciones.

Con tantas causas de esto y de aquello, con tantos efectos de aquello y de lo otro /

La razón había pasado al patio de las madrugadas sin luna.

Lo que había de cierto era el oleaje

interminable, nauseabundo

en los corredores de la garganta.  

˄

El cerebro estaba como una burbuja

( ( ( a punto de estallar.

No me preguntes nada /

Absolutamente nada /

No quiero saber, no me interesa saber.

Tus dudas no me quitan el sueño.

Estoy asqueado de historias repetidas.

Estoy ahogado de información.

Lo que sea que quieras comprender /
te aseguro que no los has de encontrar en este lugar
donde me encuentro

¿Dónde me encuentro?

No me preguntes nada /

Absolutamente nada /





jueves, 21 de abril de 2016

Aquella lluvia







Verdinegro bulto el de la gabardina sostenida con humores, inflada con el movimiento de las manos encerradas en los bolsillos. Todo el día y toda la noche oyendo el paso de la lluvia. Todo el día y toda la noche cargando el cuerpo en las calles.

     Cual émbolo, saltaba la cabeza y caía por entre el cromatismo de paraguas, y, también, toreaba con los faldones de la gabardina los cuernos de las bicicletas, yendo con las pestañas espurreantes en el parpadeo al ver, detenido en las esquinas, las placas de los automóviles que arrancaban tras las órdenes del semáforo.

     Limpió la frente con la manga verdinegra y vio hacia los edificios buscando el número (((otrora mágico))) sobre los dinteles, o entre los tachones de las puertas, el número sin magia ni misterio, un número ordinario que lo orientara para encontrar el metro de las sílabas que tendría la siguiente palabra del siguiente verso que improvisaría en otro día, en otro tiempo, en otra noche.

Versos y reversos.
Disparidades.
Desequilibrios rítmicos.
Jazz poético.
Mental.
Corazón y ojos marchando juntos.
Latidos asintóticos. Parábolas visuales.
            Voy hacia la ternura hacia los parques...
            La noche no cabe el día tampoco...

            Algo así. Como que recordaba ese andar con las manos en los bolsillos, rozando con las yemas las morusas del mendrugo, en otras calles de otra ciudad. O los instantes. Recitaba aquello que Fayad Jamís escribió:

El reloj aturdido el vaso de agua...
Su rostro como una mañana de llovizna y de sol.
Orden único de las cosas...
Algo así. Los instantes, tiempo minúsculo de mayúsculos órdenes entrevistos. Cada instante, un orden absoluto que muere a la llegada de otro instante.
Tantos órdenes cuantos instantes vividos en la absoluta inconsciencia.
Tantos desórdenes, tanta consciencia lancinante en la minúscula porosidad desbordada que se pudre ante esta vida incontenible.
Inconsciencia, subterránea historia intratada que se experimenta en un instante, que se pudre al contacto con las líneas firmes de la lógica.
Conciencia, contenido, recipiente limitado, seguro, satisfecho de ocupar un espacio firme.
Inconsciencia, mezcla infusa de órdenes que se viven a la vera de la muerte.

            
            Esta lluvia y los carros mojándote los choclos...



viernes, 1 de abril de 2016

Palabras mínimas






que al mismo tiempo las llaves
como un puñado de monedas
contra las vidrieras
el niño de la mujer enferma destripaba
en llanto y las enfermeras

                                           como siempre

dos entraron con los restos del emparedado
en tres dedos y sonrieron

                                               entre ellas

con palabras mínimas
despreocupadas del llanto
y de las ambulancias que entraban

                                                      y salían

cada tanto tiempo
como siempre destronando
la imposible calma de ese hospital

                                                          donde

las llaves como un puñado de monedas
y el llanto del niño
y la mamá enferma
y las enfermeras
con los restos del emparedado
en tres dedos sonreían
con palabras mínimas

                                        mientras

las ambulancias no dejaban
que la calma fuera cierta
en ese hospital donde la vida era algo triste…


                                                       de escuchar



Con el ruido quemando mi lengua

hace algún tiempo que se me perdió la semántica de palabras como escritor poesía arte conocimiento y otras que mejor dejo solas  en su forma...