Al llegar a casa, supuse que en ella la calma y el silencio estaban. Algo extraño ((( una presencia fantasmal, si aún fuera el niño que fui ))) tocó mi espalda e hizo que me derrumbara.
Ignoro el tiempo que transcurrió. Cuando desperté, la madrugada había llegado.
Con dificultad me levanté. Como si todo mi cuerpo fuera de piedra. Avancé con rumbo a la cocina. Tras abrir la puerta del refrigerador, una figura me lanzó contra la pared.
Regresó la oscuridad, y entonces mi cuerpo se llenó de escarcha.
De la escarcha derretida, nacieron serpientes que fueron transcurriendo y llenando los laberintos de mi mente, y experimenté cómo la oscuridad se había transformado en algo más negro y espeso que el olvido.
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