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sábado, 26 de septiembre de 2015

Palabras en la verja






Colgó en la verja un cartoncillo, en el que decía: el terror se ha apoderado de esta casa.

Otro día, el cartoncillo desapareció, y en su lugar dejaron un par de calcetines enrojecidos por la sangre aún sin secar.

            A medianoche descolgó los calcetines y les prendió fuego con los periódicos de varias semanas. Mientras fumaba el cigarrillo y bebía el té helado de mandarina, pensó en el cartoncillo que colgaría en los próximos días, y en lo que anunciaría.

            Así estaba, meditando con el sabor de la mandarina en los labios, cuando se detuvo una camioneta de la que descendieron tres policías. Le preguntaron por el mal olor que escapaba del fuego, ya débil como los murciélagos viejos que acaban muertos en el vuelo. 

           Les mintió sobre el contenido que hacía combustión.

            -Huele a cadáver –dijo uno de ellos.

            -Sí –afirmó el otro policía.

            El tercero nada dijo, sólo se quedó mirando al personaje, como esperando que aclarara o que desmintiera a lo que habían dicho sus compañeros.

            -Está bien –dijo el personaje, tras beber un trago al té de mandarina-. He cazado una rata y he querido convertirla en cenizas.

            Después de escuchar esto, el jefe de los policías les dijo a sus subordinados que subieran a la camioneta, que tenían cosas más importantes que estar hablando con un chalado.


            El personaje no se sintió vulnerado por tales palabras. Sacó otro cigarrillo y lo encendió, y acabó de fumarlo con el gusto de haber conseguido las palabras que escribiría en el cartoncillo de ese fin de semana.




viernes, 18 de septiembre de 2015

Sin nada






Soliloquio arroyo
Contaminado de violentas noticias
Romperse un lecho
Sobre piedras
Abiertas bajo soles
Negros como cráneos enlamados
Sin su sangre
Sin su origen de sueños
Sin nada.



viernes, 4 de septiembre de 2015

? ? ? ? O O O . . .





Inútil será ponerlo en oficio
(un decreto para qué)
Un papel, un breve texto
Serán suficientes.
De ocurrir lo contrario,
El oficio no borrará
Todos aquellos hechos
Que se fueron guardando
En la mirada azorada como para no creerlo.


Serán ya polvo los que salieron con miedo
A refugiarse donde no encontraron
Más que indiferencia y odio.


Sólo un pedazo de papel
Un breve texto y a olvidarse
Por un instante lo que parecía estar tan cercano

Y tan hermoso como para no creerlo.


Artes apocalípticas

no merecimos un mundo mejor el color de la sangre en los ríos o mejor los ríos de sangre la peste cadaverina en las calles estornudos en ser...