El juego
sin juego estaba dado. Una ilusión: creer que había otro lugar para
desplazarse. Libertad era la consiga que se había inyectado en el
cuerpo de la historia. Falso. Incierto era todo.
En los
televisores de miles de casas -tal vez
hasta de millones, se podía pensar; la imagen del fenómeno estaba logrando los
efectos esperados. En las mentes de todas esas familias estaba el helado ritmo
de la amenazante realidad. El terror era la gran inyección puesta en los pensamientos
de quienes estaban allí, atrapados por la palabra y la imagen. Lo interesante
era que los animales, tan perceptivos de los inminentes desastres naturales, no
mostraban la más mínima alteración en su conducta. Estaban pasando las horas en
jardines o en cielos contaminados, en copas de árboles cobrizas, del modo más
natural a su estilo de vida. Era como si en ellos el peligro fuera inexistente.
No así entre los humanos, que estaban dispuestos a aceptar y a conducirse según
los dictados de las poderosas palabras emitidas como cantilenas por los
heraldos de los Mass Media internacionales y nacionales.
Era otro
el juego. Macabro juego. Las cortinas apestaban a muerte. Las sillas amenazaban
con derrumbarse. Las camas era pozos llenos de tristeza. El tiempo estaba
poseído por las mentes de unos monstruos que ignoraban la existencia de
millones de niños. Ni las mariposas negras volaban en derredor de los
ventanales: iluminados por las pantallas de computadoras, teléfonos
inteligentes y televisores. Televisores. Todo el día y toda la noche las
ventanas iluminadas.
Nunca
más el silencio ni la música de la vida.
Nunca
más la danza de los seres vivos.
Habíamos
entrado a la época de los zombies.
Guau amigo, vaya llamada de atención a la sociedad, al menos esa lectura hago yo. Tal vez sólo sea mi estado de ánimo..que me lleva a ver fantasmas, fecha por otro lado apropiada!! O quizá sea tu contribución a la fecha...jajaja. Sé que eres alguien profunfo..siempre hay lecturas en tus lecturas.
ResponderEliminarAbrazos y caramelos
Querida amiga, gracias. Tus palabras son siempre alentadoras. Gracias también por los caramelos, que tanto me gustan.
ResponderEliminarToma estos brazos cargados de mandarinas.