La muerte
estaba entre la metáfora y la línea
Precisa
de la palabra tumba.
En la
boca del cenicero se mostraba
El aliento
espeso del jamás volver.
Sudó
el poeta en la amarga piel de toda su figura
Sin más
fuerza que un recuerdo de horas
Y de
música acariciada en el misterio.
Sabía
de los instantes que punzaron
Como
astillas de acero en el oscuro,
Callado
círculo de su pecho.
Enfermo
de vida, guardó lo que al final sería
Polvo
de palabras, sueños de ceniza,
Esperanza
de niños rota en las mañanas
Lejos.
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