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martes, 30 de diciembre de 2014

Noche vieja





 “La primera vez que fui tumbado por ginebra, tenía trece años. Ya cuando era mayor de edad, las manos me temblaban todo el tiempo. No había duda en lo que me había convertido. Después llegaron las noches del delirio, los golpes en la cabeza contra las puertas del infierno; además, por tantas trifulcas en horas de madrugada y con nadie para levantar al casi cadáver en la esquina de algún barecito, era necesario evitar los espejos. Realmente era aterrador no saber quien estaba allí: mirando al fantasma que yacía flotando en la penumbra.

           “Alguna vez tuve amigos. Alguna vez sentí las caricias del amor y del sexo muy temprano en la mañana. Alguna vez creí que la vida era lo más hermoso que habían mis manos y mis labios / Después, no.

“A mi mejor amigo le cortaron la garganta en un bar de Tijuana… (((No me preguntes cómo supe lo que sucedió aquella noche:  “Estaba matando el tiempo con un vaso de tequila; esperaba a que el pollero llegara. Los viejos lobos del bar ya sospechaban qué hacía mi amigo allá en el fondo en la penumbra.

“Se le acercaron, le dijeron con el caló a toda marcha que se sacara la marmaja y que no la hiciera de tos porque /

“Pero el Juancho, que era de muy pocas palabras, se alebrestó; le echó en la cara los restos del tequila al que supuso era el jefe de la jauría. Fue desperdiciar el trago y el tiempo.  De inmediato sacó la navaja el más cercano y la paseó como un rayo abajito de la manzana de Adán. Certero fue el tajo. Allí quedó Juancho, en medio de un enorme charco de sangre.

“Lo cierto es que a mi amigo le cortaron el pescuezo hace más de veinte años.

“De la belleza que conocí, fue poco el tiempo que duraron los embelecos; ni dos años. Sobre todo a ella se le metió el odio en el corazón. Una mañana, como cualquier otra mañana, tiró a la calle mis chanclas, mi pantalón y la chamarra, y lo último que me dijo fue: ““¡Largo de aquí, poquita cosa!””


“Pasaron los días y los años, Bocanegra, hasta llegar hasta esta noche vieja; más vieja que mis huesos, pero no tan marchita como ha estado mi corazón desde hace tiempo.

“Pito Pérez hizo testamento; yo, no. Mi vida fue tan inútil como la de Pito Pérez, incluso más inútil porque la mía nada tuvo de poeta extravagante. Yo nunca pasé de ser el borrachín del barrio, el crápula en mis mejores años y hasta el más loco y temerario de todos los primos y carnales que fuimos. No me arrepiento de nada.

“Me parece que algun vez creí en Dios; pero ya ni de esto estoy seguro.


“Adiós, Bocanegra… y feliz año”.





lunes, 22 de diciembre de 2014

Entradas y salidas





Tres vías, de entrada. Tres rutas probables para ensayar ante esa figura que se ha hecho cuestionable, o si se prefiere, que ha sido convertida en figura de malas –aunque ricas- interpretaciones.  Estoy pensando en el ser que se asume como artista.

Al hablar de rutas lo propongo con la intención de insinuar más una cierta dirección que un camino, más un proceso y procedimiento que un producto. Cualquier pretexto o aclaración circunlocutoria sería como sacrificar inútilemente este espacio y este tiempo de lectores –alucinados para mi gusto espectral.

          Primera ruta: existen los artistas que crean creyendo –convencidos- en la existencia de la primera vez. En este sentido, bien podría pensarse en un plano de inmanencia, al modo conceptual en que lo plantearon Gilles Deleuze y Felix Guattari (¿Qué es la filosofía?)  Creencia propia de una época o de una edad alimentada con la idea de la posibilidad de hacer lo nunca antes visto, lo nunca antes tocado, lo nunca antes pensado, lo nunca antes imaginado ni vivido. ¿Idea esta reprobable o inadmisible? Más bien idea cebada principalmente por relativismos de toda especie y tesitura.

¿Cómo podríamos estar completamente seguros de que estamos ante un objeto de creación, en el que se quiere situar por primera vez la aparición de una obra tal?

          Segunda ruta: existen los artistas que recrean sabiendo y reconociendo las variaciones que virtualmente existen en otras obras estéticas. Son artistas que asumen la sentencia bíblica de que nada hay nuevo bajo el sol. Desde un punto de vista histórico, son artistas que producen esa clase de obras en las que los críticos y los analistas se sienten como pez bajo el agua; son estos quienes descubren en ellas los precedentes y ponderan hasta qué punto han logrado tales artistas “explotar” la riqueza de las obras –en su mayoría de las llamadas obras clásicas.

Con todo el riesgo atado a las grandes dudas, puedo decir que esta segunda ruta es la más atendida por los artistas así como por los consumidores de arte. Son obras de autores que buscan atesorar –supongo- la liebre y despellejar el gato para beneficio de coleccionistas y marchantes. De recorrer todo el itinerario que exige esta segunda dirección, llevaría un trabajo de enciclopedistas, o cuando menos, toda una serie ad infinitum de volúmenes atendidos por la crítica y por los hacedores de historia docu- monumental.

En esta época enredada y extraviada en los babélicos laberintos del up-in-out sin precedentes claramente controlables ¿a quién realmente le importaría hacer y consumir una obra de vastas dimensiones?

          Tercera dirección: artistas que en absoluto les importa que se los identifique como tales, antes bien, desconfían de las voces que se autoproclaman autorizadas para decidir lo que es y lo que no es arte; por lo tanto, de asegurar quienes son y quienes  no son artistas. Son personajes cuyo hacer radica, sobre todo, en la destrucción de formas y modelos, de valores y conceptos de cuño añejo. Sus obras de destrucción poseen la ambigüedad necesaria para sobrevivir a la sombra de lo intocable, de lo innombrable, de lo despreciable; en pocas palabras, las obras de estos “antiartistas” padecen generalmente la exclusión de parte de los críticos, a quienes situamos en la segunda vía.



          Desde luego, hay los artistas que juegan teniendo en cuenta las tres vías de tránsito: creación – recreación - destrucción; son ellos quienes producen con bloques o zonas que nos hacen pensar en la primera vez, al mismo tiempo que en esas mismas obras es posible encontrar la variación y hasta la destrucción. Considero, sin embargo, que son más bien raros los que trabajan así, con pistas simultáneas para la acción y consumación de objetos cuya estética proviene de mixturas originadas en la dinámica de lo imprevisto, de lo incontrolable y de todo aquello que recuerda que alguna vez existió la primera vez.


martes, 16 de diciembre de 2014

FEW WORDS








Fast fast fast
Cheap cheap
Sex




Los humanos viven ahora de lleno entregados a la pura actividad psíquica, cognitiva. Son grandes potencias reflexivas (José Luis Brea. Cultura_Ram)

ETC. ETC. ETC.






SEX and SEX and SEX
FAST FAST and
CHEAP

On the opposite pavement a middle-aged Asian was down on his knees, trying to steady himself against a vandalized parking meter. A thin-faced youth in a St George´s shirt danced around him, feinting and kicking as if he was taking a series of penalties, cheering and raising his hands each time he scored. (KINGDOM COME: A NOVEL. G.J. Ballard)

I am not fast
I have always sex
I am not cheap

(((Lady G.))) 



viernes, 12 de diciembre de 2014

Callada





Oscilo íntegro en el fondo de esta hora
Y luego /
Pasa el humo del cigarrillo como un hilo
Esotérica es la escritura hecha con este humo
De azulenco a gris
Y entonces/
Reverbera la tarde en el espejo
Y tú /
Quieta, callada

Tal vez hasta aturdida.


domingo, 7 de diciembre de 2014

Lugar equivocado









Suponía que lo cantado aquella noche

No era para ser hecho eco en la memoria.

Inevitable fue / más que sorprendente

Saber que habían puesto las mismas palabras

En otra tesitura y en otro ritmo.

Peor todavía: en lugar equivocado.

Me ha entristecido el rostro de esa melodía.

Pero al recordarlo, otra inesperada emoción fue:

Más fuerte y violenta que aquella otra


Que en horas oscuras había imaginado.


No había espacio

quería sonar como a eco de palabras sueltas como a sensaciones que se intensifican y  desaparecen  en el infinito tiempo no había espacio ni...