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viernes, 31 de octubre de 2014

¿Qué será mañana?




En el proscenio estaban los objetos de la obra, callados en su absoluta existencia para la mirada de los que estábamos esperando el inicio. La luz y las sombras, desde luego que estaban bien, muy bien matizadas, muy convenientes para el texto y la actuación de lo que ocurriría esa tarde.




TIXTLA, 31 de octubre.- Hace cinco semanas eran pocas las mujeres que cruzaban la puerta de metal de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, pero ahora son decenas las que se han trasladado a sus aulas, a dormir en el suelo y colaborar en cualquier actividad, pacífica o violenta, para la que sean requeridas.

El viejo que había a un costado de las mujeres que estaban hablando sobre el drama de

Guerrero, no dejaba de soplarse la cara con el programa de mano, y de vez en 

vez hacía como que sacaba la flema que obturaba la respiración en su garganta.

-¿Encontraron ya los cuerpos de los 43 estudiantes de Ayotzinapa?
-En absoluto.
-¿Crees que estén todavía vivos?
-¡Quien sabe!
-Yo no lo creo.

     Por otra parte, allá detrás de las cortinas que limitaban el escenario, comenzó a escucharse una risa estruendosa, y junto a ésta, ciertos efectos como de guerra. Luego se hizo el silencio; se obscureció la sala y empezó a escucharse una voz, y a ésta se sumó otra, y otra. Todo a obscuras.
       Regresó el silencio, y enseguida se iluminó el escenario: apareció una montaña de cuerpos desnudos, sangrantes, de muchachos y muchachas agonizando, y un corrillo de militares alrededor. No más de cinco segundos pudimos contemplar esta imagen macabra. Nuevamente se obscureció el proscenio, y comenzó a escucharse la siguiente música:



El viejo se levantó antes de que acabara la música. Todavía no acababa de abandonar la sala cuando de repente se escuchó un disparo. El viejo se detuvo en seco. Enseguida, detrás de las cortinas tronaron varios gritos y luego todo se volvió un caos de cuerpos corriendo semidesnudos por todo el escenario... Tuvieron que pasar casi dos minutos para reconocer lo que estaba ocurriendo. 
     Habían asesinado a uno de los actores... 

viernes, 24 de octubre de 2014

De otro modo afuera







Soñar salir del tiempo
O también
Salir soñar del tiempo
Desprender esa punta que abre por la espalda

Pienso
Es mañana
Y me confunde saber que antes estaba
El lugar de siempre en los ojos

Caídos de ninguna parte
Los sueños y otras verdades
El mundo en leves trazos
Y un largo       largo  
Río de luces fosforescentes


Desaprender lo que ya está muerto
Dijo la voz
Y fue otra vez pensar en lo que no estaba
Nunca.

Cayó la voz
Para siempre
En lo más lejos de mí.


viernes, 17 de octubre de 2014

Desatados



Sería una canción con las manecillas rotas
y el tiempo de palabras escurriendo
en todas direcciones.
No habría época en sus ojos de tierra y agua,
de grietas y honduras.

No estaría el canto en compases de perfección robada



Síntomas
de algo que no ha sido nunca
Temblor de ramas
Aliento
un sabor al tacto
de los labios
Zona libre
calor de espalda
y manos
dedos
y…
muchos besos.




viernes, 10 de octubre de 2014

Abismos




A veces tengo la tentación, o mejor, la necesidad de hablar de mí. Siempre que esto me sucede, es inevitable que piense en abismos colmados de incoherencias y estallamientos. Son días que llamaría “cioranos”, en los que no hay objetos tocados por mi sombra que no sufran el tiro de gracia.

          Esta vez la tentación se me impuso en plena madrugada, después de casi veintiuna horas de haber estado padeciendo la migraña del mes. Aturdido y debilitado me separé de la cama y busqué el frasco de los sueños. Luego de varias frescas, frías y heladas olas que acabaron ahogando el zombi que había adentro de mí, ya tendido otra vez a orillas del primer abismo, comenzó a escucharse el riachuelo de voces, el cual no dejó de atravesarme todo el cuerpo hasta llenarlo de una sensación de estanque y hojas de otoño flotantes.

          Los para qués punzaron particularmente en el cuello y en la esquina débil de mis codos. Cada voz traía su para qué y su martillito con el que quería clavar y sujetar a la cuerda los objetos inscritos de cada para qué. La garganta no pudo resistir y se abrió por la fuerza de tantos para qués. Los codos, como cascarón de huevo, estallaron.

          Me encontré en el siguiente abismo. Esta vez no hubo riachuelo de voces. Lo que aconteció fue un filme animado musicalmente con obras de música concreta. El corazón era el tumtúm de cien timbales percutiendo. Todo mi pecho era el mural de las tormentas interpretadas por las orquestas que habían estado acompañando el filme. Vi entonces cómo mi cabeza rodó y se perdió en la oscuridad de otro abismo.


          Pasaron las horas. El cláxon de varios coches me devolvieron a la luz de la avanzada mañana. Temeroso de no poder salir de la cama, o sea, temeroso de que volviera a ocuparme la migraña del mes, puse los pies con mucha lentitud adentro de las pantunflas, y también, con exagerada lentitud me puse en pie y fui a prepar la cafetera. Al dar el primer sorbo, con la cara puesta a un lado de la ventana, desde donde miraba la realidad del día, se me vinieron pensamientos de Cioran, y experimenté la necesidad de escribir sobre los abismos de esa madrugada.



sábado, 4 de octubre de 2014

Serpiente de diamantes









Filos de montañas en la noche

y la sensación de que todo desaparecerá.

                                 Desconcierto.

                         Manchas de sangre en la mente.

                                                       Memoria deslomada.

En los periódicos las muertes resbalaban por la pertinaz lluvia de cilios verdes.

                                  Figuras rotas: muchas otras desapariciones.

                                     Otro día. Otra tarde. Otra noche.

Antes o después volvió a surgir la imagen:

                                         una serpiente de diamantes

                                             rompiéndose

                                                    rompiéndose

                                                               rompiéndose.

Ya no más serpiente emplumada

                                           Ni águila ni lagunas pletóricas de vida.

                                                       Fosas clandestinas.

                                                                        Cuerpos jóvenes

                                           Pudriéndose

                                                  Pudriéndose

                                                           Pudriéndose…



Con el ruido quemando mi lengua

hace algún tiempo que se me perdió la semántica de palabras como escritor poesía arte conocimiento y otras que mejor dejo solas  en su forma...