Tres
vías, de entrada. Tres rutas probables para ensayar ante esa figura que se ha
hecho cuestionable, o si se prefiere, que ha sido convertida en figura de malas
–aunque ricas- interpretaciones. Estoy
pensando en el ser que se asume como artista.
Al
hablar de rutas lo propongo con la intención de insinuar más una cierta
dirección que un camino, más un proceso y procedimiento que un producto.
Cualquier pretexto o aclaración circunlocutoria sería como sacrificar
inútilemente este espacio y este tiempo de lectores –alucinados para mi gusto
espectral.
Primera ruta: existen los artistas que
crean creyendo –convencidos- en la existencia de la primera vez. En este sentido, bien podría pensarse en un plano
de inmanencia, al modo conceptual en que lo plantearon Gilles Deleuze y Felix
Guattari (¿Qué es la filosofía?) Creencia propia de una época o de una edad
alimentada con la idea de la posibilidad de hacer lo nunca antes visto, lo
nunca antes tocado, lo nunca antes pensado, lo nunca antes imaginado ni vivido.
¿Idea esta reprobable o inadmisible? Más bien idea cebada principalmente por
relativismos de toda especie y tesitura.
¿Cómo podríamos estar completamente seguros de que estamos ante un objeto de creación,
en el que se quiere situar por primera
vez la aparición de una obra tal?
Segunda ruta: existen los artistas que
recrean sabiendo y reconociendo las variaciones que virtualmente existen en
otras obras estéticas. Son artistas que asumen la sentencia bíblica de que nada
hay nuevo bajo el sol. Desde un punto de vista histórico, son artistas que
producen esa clase de obras en las que los críticos y los analistas se sienten
como pez bajo el agua; son estos quienes descubren en ellas los precedentes y
ponderan hasta qué punto han logrado tales artistas “explotar” la riqueza de
las obras –en su mayoría de las llamadas obras clásicas.
Con
todo el riesgo atado a las grandes dudas, puedo decir que esta segunda ruta es
la más atendida por los artistas así como por los consumidores de arte. Son
obras de autores que buscan atesorar –supongo- la liebre y despellejar el gato
para beneficio de coleccionistas y marchantes. De recorrer todo el itinerario
que exige esta segunda dirección, llevaría un trabajo de enciclopedistas, o
cuando menos, toda una serie ad infinitum
de volúmenes atendidos por la crítica y por los hacedores de historia docu-
monumental.
En
esta época enredada y extraviada en los babélicos laberintos del up-in-out sin precedentes claramente
controlables ¿a quién realmente le importaría hacer y consumir una obra de
vastas dimensiones?
Tercera dirección: artistas que en
absoluto les importa que se los identifique como tales, antes bien, desconfían
de las voces que se autoproclaman autorizadas para decidir lo que es y lo que
no es arte; por lo tanto, de asegurar quienes son y quienes no son artistas. Son personajes cuyo hacer
radica, sobre todo, en la destrucción de formas y modelos, de valores y
conceptos de cuño añejo. Sus obras de destrucción poseen la ambigüedad
necesaria para sobrevivir a la sombra de lo intocable, de lo innombrable, de lo
despreciable; en pocas palabras, las obras de estos “antiartistas” padecen
generalmente la exclusión de parte de los críticos, a quienes situamos en la
segunda vía.
Desde luego, hay los artistas que
juegan teniendo en cuenta las tres vías de tránsito: creación – recreación - destrucción;
son ellos quienes producen con bloques o zonas que nos hacen pensar en la
primera vez, al mismo tiempo que en esas mismas obras es posible encontrar la
variación y hasta la destrucción. Considero, sin embargo, que son más bien
raros los que trabajan así, con pistas simultáneas para la acción y consumación
de objetos cuya estética proviene de mixturas originadas en la dinámica de lo
imprevisto, de lo incontrolable y de todo aquello que recuerda que alguna vez
existió la primera vez.
Estupendo texto de reflexión. Lamento decir que hoy me queda un poco grande después de la celebración de ayer. Espero que lo pasaras muy bien!!
ResponderEliminarNo dejes de escribir, siempre sorprendes.
besos
Gracias, querida amiga, por tus generosas palabras. Te deseo un estupendo año 2015.
ResponderEliminarUn abrazo