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jueves, 6 de febrero de 2014

Extrañamientos





En las vitrinas eran expuestos los rostros
de la belleza extranjera.
En las calles los habitantes de la sombra
desaparecían. Basura y mugre constataban el fondo
en que se perfilaba la emoción de ser y existir,
junto a muros de grieta honda
y ventanales sostenidos por el azoro.
Silencio de horas hacían flujos de luz
entre los vitrales y la mirada ensombrecida de todos ellos,
que se iban para siempre a otra vida,
menos excluyente que la que se imponía por las manos del lucro
y la soberbia. Otra suerte de repente borraba
el signo de las monedas.
Otra idea, ajena a la voracidad de los insaciables, surgía
para empujar el cuerpo a otras puertas menos aseguradas.
Así por ejemplo:
Un seco hoyo en que hubo charco y luna,
y la mano de los ojos que recogían serpentinas de colores
para el sueño. O algo incluso menos grave que una patada en los talones:
El ruido de los carros y las voces
que reventaban al sol de las 12 en punto,
hora fatal en que la vida o la muerte colmarían el mundo.
Y luego de todo eso, el azul del cielo
oscureciéndose de a poquito,
hasta olvidar todo lo incierto y nefasto que acompañaron
al visitante de esas calles y avenidas.



1 comentario:

Gracias por asomarte a este blog de instantes

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