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viernes, 6 de diciembre de 2013

Al paso de las horas





No se había despertado como en otras madrugadas. Eran ya las 5: 10 de la mañana y el radio despertador continuaba sonando (Pink Floyd Forever). El perro de los vecinos ladraba afuera en el patio, y los gatos no dejaban de rondar, inquietos, sin saber qué hacer para sacar al viejo, de donde estaba hundido en los sueños.

            Miras recorriendo lentamente la superficie de los troncos. Te detienes en las primeras ramas y sigues, al ritmo de las hormigas, palpando milimétricamente esa piel verdosa…

            En esa misma hora los motores de los carros -como hocicos de bestias azuzándose para iniciar el combate- habían empezado a llenar de angustia las calles. Lejos de todo esto, por decir lo menos, en otro mundo la mirada permanecía atenta a la voz de alguien que decía:

            Luego de hacer tan minucioso recorrido, irás experimentando el nacimiento de las alas en tu cuerpo. No olvides que hay hormigas que vuelan. Tú eres una de esas hormigas. ¿Sientes la inquietud que ha nacido sobre tu espalda? Son los élitros que te harán ver las copas de los árboles de una manera como jamás la habías imaginado. Para cuando estés acostumbrándote a esa nueva realidad llena de boscosas fragancias, tu cuerpo reventará y nacerás en ave. En ese momento descubrirás el peso que tienen los intestinos y la delicadeza que habita en la piel…

            Aunque el radio despertador había caido a fuerza de tanta vibración, el viejo no abrió los ojos ni se levantó para preparar el café de todas la mañanas.           

            Agh )))) sentirás: remolinos que te tragan. Si alguna vez habías experimentado el miedo y la angustia hasta el colmo de las lágrimas, lo que estarás viviendo ahora –instante de ser ave-, será el polvo (((ya de esas palabras))), y en tu corazón, sin tú haberlo deseado nunca, sucederá sordo estallamiento, y no habrá nadie para detener tu vuelo.

            Mientras tanto, el sol había elevado el cuerpo sobre todas las casas. Todo parecía tan normal, tan cotidiano. Hasta el viejo parecía normal, acostado en el filo de la cama. Pero los gatos, hambrientos al paso de las horas…

            

By Michael Muller

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