Me callaría,
y esperaría a mantener la sensación que llegaría entonces.
Podría ser un resuello de ideas,
un torbellino de cabellos desbaratando el núcleo.
Podría ser el relámpago de una
espada cercenando las derrotas del guerrero.
Cerraría
los ojos, y regresaría al instante en que fue atrapado el fantasma.
Podría abrir
la ventana y hacer entrar la tarde y el viento.
Podría caer definitivamente la
cabeza del otro lado de la luz.
Al día
siguiente, pensaría en las inconsistencias del estar sin ser.
Pensaría que todo
está borrándose, que todo está evaporándose, que todo está para irse siempre,
para olvidarse siempre.
Pero lo
cierto, lo verdaderamente cierto, es que el fantasma sería apenas la sombra del
guerrero y su derrota, del guerrero herido por el relámpago congelado de esa
espada.
By Eduardo Arrona
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