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miércoles, 14 de agosto de 2013

Micromacro




Hablar del mundo no es más complicado que hablar de uno mismo. Tampoco considero que el mundo sea más concreto que el yo. Para mis horas de insomnio, no es menos abstracto el mundo que yo mismo. Y en cuanto al tamaño, es tan grande el mundo como el yo que lo abarca con la imaginación. Podría decirse, entonces, que el mundo y el yo mismo aseguran su existencia con base en los poderes de la heurística. Lo mismo se escribe sobre uno mismo que sobre el mundo otro, sin olvidar todo lo irreal, enigmático y fantástico que hay en ambos complejos significativos.

            Al escribir, la entropía de los eventos en que se configura momentáneamente el mundo, conlleva el movimiento por el que el yo palpa y atrapa las palabras. Es casi una batalla la que se hace en el yo para detener el incontrolable flujo de la realidad. Flujo de una realidad imaginada adentro de un mundo abierto a las contingencias. Y todo esto, nada más que como un proceso en que se augura la multiplicada instalación multidimensional de lo informe, pero tan cierta como el proceso mismo en que se crean tantas realidades a partir de lo informe.

Será en tales contingencias que una cierta razón podrá crear categorías para componer el cuerpo de un cierto tipo de texto. O bien, será una indefinida imaginación la que invente el mundo con todas esas contingencias, haciendo del mundo inicial un fondo abastracto, y de las contingencias, los diversos cuerpos que darán sentido de realidad indefinida al mundo creado. Dichas las cosas así de este modo, tal razón encuentra los órdenes posibles para recuperar el mundo real de las contingencias, y con base en esto crea la imagen de una composición categóricamente funcional adentro de un texto que hace pensar en la realidad como si se tratara de una clara y perfecta unidad. Por otro lado, la indefinida imaginación inventará otro mundo para dar constancia de otros órdenes situados en el desordenado hallazgo de los cuerpos por los que será comprendida la indefinida realidad de mundo.

En consonancia con todo lo dicho, la razón en la que pienso hará un texto de la realidad, pero será una realidad atraída por los principios categóricos de orden y claridad. Orden y claridad, en efecto, establecidos por los poderes instituidos. Por el contrario, la imaginación en la que pienso hará una realidad del texto, en apariencia, muy semejante al mundo en que viven las insituciones, pero no será un texto que corresponda necesariamente a los órdenes y claridades preestabecidos por las instituciones, sino, antes bien, serán principios asumidos por la necesidad de un yo que se comprende a sí mismo con ayuda del mundo creado por la imaginación.


Creo entonces que en el mundo de hoy, el mundo en el que pienso, vivo e imagino, los textos que me animan conllevan mucho de razón y mucho de imaginación. Son precisamente estos textos los que me han hecho decir que hablar del mundo no es más complicado que hablar de uno mismo. En ellos encuentro la inextricable realidad producida en conjugaciones vertiginosas, en los que la imaginación y la razón conforman momentos, a veces, de verdad intransferibles, y otros, de fascinante alucinación.



2 comentarios:

  1. Recuerdo haberte leído-decir que escribes en relación a lo que vives, a cómo vives lo que te pasa. interesante es también saber cómo vives lo que escribes, algo así como la vida en tu escritura.

    si hablar del mundo no es más complicado que hablar de uno mismo, vaya tarea en la que estás viajando desde entonces.

    Tu Micromacro me ha parecido la flexión de un horizonte interminable, la curvatura de todo aquello que pareciera riguroso, intransformable.

    Saludos y que las vueltas de los días sigan dejandote llevar por tantos mundos cuantos eres, o que estás a punto de ser.

    Edú-ar

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  2. Gracias, mi estimado Edú-ar. Desde los recuerdos es que acaba presentándose ver-da-de-ra-men-te un asombroso presente.

    Es tan extraño el tiempo como el espacio en la escritura, que todo lo que se presume vital acaba convirtiéndose en halo sin tiempo ni espacio.

    Abrazos enormes como tu recuerdo.

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