Iban
cayendo las palabras hasta hacerse polvo azul. A un lado de ese vacío las
formas surgían y se elevaban con la calma leve de vapores grises.
El
pensamiento componía y descomponía los gusanos de tu vida efímera.
Un
instante después llegaba una mano y levantaba la madera que encerraba el
teclado de un piano vertical. Las teclas estaban un poco gastadas; el marfil
amarillento y algunos bemoles despostillados.
Luego
de presentarte la carretera del teclado, la mano se posó en la zona de las
notas agudas y tocó una escala cromática en semifusas. Varias veces repitió la
misma escala modulándola con distintas figuras y en distintos ritmos. Con la
suma de notas se formó un lago transparente.
La
mano se convirtió en mariposa de colores brillantes.
Mariposa
enorme de pétalos temblorosos sobre un fondo negro.
Se
hizo el rostro con el movimiento alado de muchas mariposas, y de la boca
surgieron cantos breves, acompañados por la mano que tocaba el piano.
La
oscuridad y el silencio borraron eso que había estado haciéndose en la pantalla
del ordenador.
Timbró
el celular.
Una
ola fría golpeó tu pecho.
Escuchaste:
Lo siento… acaba de morir…
El
nudo en la garganta no te dejó hacer ninguna pregunta. Además, estando tan
lejos, para qué.
Apachurraste
la tecla. El remolino en la cabeza te metió en lo más hondo de ti.
Te
levantaste.
Para
quitarte el dolor y el mar de imágenes que se te habían hecho, hundiste los
auriculares, pusiste al máximo volumen la voz de Amy Winehouse y te fuiste
yendo.
Back to Black.
Vida, pensamiento... al final la vida es solo un instante.
ResponderEliminarBello, muy bello.
Abrazos desde la canícula
Gracias, querida amiga. Sólo eso: un instante.
ResponderEliminarAbrazos